Desde la revista digital viajar.com, nos presentan una ciudad a la que califican como «La segovia portuguesa».
Partiendo desde Badajoz hacia el oeste y tras cruzar inmediatamente el río Guadiana, frontera natural, comenzamos a respirar los aires de Portugal. Unos aires que, como pregonan a los cuatro vientos los más famosos fados, impregnan las tierras de una esencia especial que nos transmite un sentir diferente que el que percibíamos sólo unos kilómetros atrás, en territorio español.
Esa esencia tan lejana y, a la vez, tan cercana, nos espera a tan sólo una escasa media hora de Badajoz encarnada en la maravillosa Elvas, una pequeña ciudad que encierra en su municipio varios tesoros reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Una de las joyas del Alentejo
Decir Alentejo evoca belleza, lugares genuinos, pasado e historia vivos… Y, en efecto, Elvas es todo ello. Quizás no tan conocida como la más célebre de la región, Évora, esta población es toda una caja de sorpresas.
No sólo alberga un excelente casco histórico y el mayor conjunto defensivo terrestre del mundo, declarado este último Patrimonio de la Humanidad, sino que bajo este paraguas también se incluye el mayor acueducto de la península ibérica; un icono que, unido al resto del conjunto monumental, aún con un estilo diferente, nos recuerda a la riqueza patrimonial de la castellana Segovia.
El pasado defensivo de la ciudad, situada sobre un punto elevado para dominar el territorio, es claramente plausible por su localización fronteriza, traduciéndose tanto en un enorme recinto amurallado – con varias líneas defensivas de distintas épocas -, así como en sus fuertes y en la presencia de su vetusto castillo.
Una ciudad fortificada con todo el encanto de Portugal
Elvas nos deja adivinar en sus alrededores el carácter militar de su esquema urbano gracias a dos fortificaciones en forma de estrella – al estilo holandés -. Se trata de los recintos de Nossa Senhora da Graça y de Santa Luzia; dos fuertes incluidos dentro del conjunto defensivo del municipio declarado Patrimonio de la Humanidad, que son el máximo exponente de su clase en todo el mundo.
Tanto estos fuertes como la característica muralla exterior de la propia localidad representan la más típica estampa de Elvas y uno de sus mayores rasgos de identidad.
Los bastiones dan paso a varias puertas por las que se accede al centro histórico de la ciudad, donde nos esperan calles empinadas, jalonadas por características casas blancas cuyos dinteles, en muchos casos, nos saludan con una llamativa banda amarilla a lo largo de ellos.
Es todo un placer pasear tranquilamente por el casco antiguo mientras descubrimos monumentos que se erigen salpicando el entramado urbano.
La Praça da República es el epicentro del centro histórico, con las emblemáticas letras con el nombre de la ciudad como foco de todas las fotografías y la mirada de la Catedral – la antigua Sé -, conocida como Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción finalizada en el siglo XVI.
Desde allí, en dirección hacia la parte norte de las murallas, comenzamos un ligero ascenso hasta llegar al Castillo de Elvas, desde donde podremos contemplar las mejores vistas del entorno de la ciudad.
Mientras, en otro de los extremos de la muralla exterior, ya fuera del recinto protegido por las barreras defensivas, nos topamos con la impresionante vista del Acueducto de Amoreira, una grandiosa estructura con varios siglos de antigüedad que se extiende en una longitud que supera los ocho kilómetros y hasta treinta metros de altura en algunos puntos, lo que lo convierten en el mayor de toda la península ibérica.
Una obra faraónica que tardó 120 años en ejecutarse y que forma parte de manera indisoluble de la imagen de Elvas, dándonos buena cuenta de la grandeza histórica de esta pequeña y bella ciudad portuguesa.