Crónica de la Maratón de Valencia, último Reto Gaiato 2019 a favor de los huérfanos de Mozambique, en la vos de Manuel Vicente:
«Lo más duro fue andar el kilómetro escaso que nos separaba del piso donde nos alojamos en Valencia.»
Domingo de diciembre, tal y como se esperaba amanece un día caluroso. A las 6.30 suena el despertador, ha llegado el día, tres meses de entrenamientos y mil dilemas quedaran resueltos en poco más de unas horas.
Todo previsiblemente controlado, alimentación, hidratación vestuario. Ha llegado el momento de salir a las calles de Valencia, llegamos a la zona de salida trotando en modo de calentamiento donde un mar de personas ya está preparándose. En total 32.000 participantes buscando de salida, encontramos rápido el cajón y cogemos buena posición. A las 8.30 se da el pistoletazo de salida y nos ponemos en marcha, hay tanta gente que es difícil correr, aun así, conseguimos salir a buen ritmo y sin tropezar con nadie, nuestro equipo de animación sabemos que esta por ahí, pero imposible verlos, las calles están abarrotadas de gente animando.
Nos ponemos al ritmo estipulado, alrededor de 4:35 minutos por kilómetro. Objetivo autocontrol, en una carrera tan larga nos acabaría penalizando pasarnos de velocidad.
En el Km. 16 sabemos que tenemos a nuestra gente dando ánimos y que será un impulso hasta que les volvamos a ver en el Km. 26.
¡Avanzamos los kilómetros al ritmo estipulado! Nos sentimos cómodos, con inercia y facilidad, avanzan los kilómetros, avanza la mañana y el calor y la humedad se empiezan a notar. ¡Bebemos agua en todos los avituallamientos! según teníamos estipulado, pero en el Km. 18 tengo sed. Siento que no he tenido en cuenta el calor y la humedad de esta tierra que nos cede sus calles para ponernos a prueba.
Hasta el momento todo son bromas, risas, charlas, buen rollo, mucho ambiente, las calles llenas, la música retumba en Valencia, el ambiente es brutal, y seguimos devorando kilómetros al ritmo previsto con orden y cabeza y ganando posiciones entre la muchedumbre.
Llegamos al Km. 26, mantengo el ritmo, pero hay una pequeña diferencia con los anteriores, me está costado mantener el ritmo, ya no tengo la soltura del principio. Decido bajar un poco el ritmo con el fin de recuperarme, y mantener el objetivo.
Pasamos el Km. 30, el 31, las sensaciones son de mucha dificultad, a partir de aquí me doy cuenta que mantener este ritmo va a ser imposible y me dejo llevar por las piernas, por los ánimos de los espectadores y porque tengo un buen motivo para acabar: los gaiatos, niños huérfanos de Mozambique. ¡Ya queda menos!
Mantengo a rajatabla el plan de alimentación, aunque tengo el estómago cerrado y no me apetece comer. Hago el esfuerzo ya que va a ser peor dejar de hidratarme. Me cuesta parar para beber, ya que las piernas siguen por inercia queriendo correr. Cada kilómetro es un mundo, cuesta avanzar, la gente a los lados de la calle estirando, pasas a gente otros te pasan, los ánimos cada vez son más fuertes. La meta se aproxima y las calles están abarrotadas, casi no oigo la animación. Sigo avanzando, sé que el equipo estará en el km 41 y eso me da alas para llegar a la meta.
Los últimos kilómetros la gente nos lleva en volandas, la calle se estrecha y la sensación de empuje es totalmente mayor, aparecen dos compañeros de equipo, nos juntamos los tres y comenzamos. Es la recta final hacia meta, quedan un par de giros y ya estamos en la alfombra azul, noto los flases y veo las cámaras. Cruzo la línea de meta en 3 horas y 19 minutos. Los calambres han respetado la carrera y la rodilla ha resistido los 42 Kms. Es momento de hidratarse bien y alimentarse para recuperar lo perdido y lo más complicado: volver andando el kilómetro escaso que nos separa de nuestro piso.
Reto Gaiato reúne a deportistas profesionales y amateurs dispuestos a luchar contra la pobreza, el hambre y la desnutrición de los niños de Mozambique. Es una iniciativa solidaria de Grupo Tejedor Lázaro para ofrecer un futuro y unas condiciones de vida dignas a los gaiatos, que es como se denomina a los huérfanos mozambiqueños en alto riesgo de exclusión o vulnerabilidad. Cualquiera puede colaborar en el reto solidario, entrar en la web y realizar un donativo. El dinero va directamente a la Fundación Mozambique Sur, organización sin ánimo de lucro reconocida a nivel internacional por su compromiso y valores, que cuenta con 15 años de experiencia en la protección de colectivos más vulnerables.