El resultado de la prueba de identificación genética da casi un cien por ciento de coincidencia entre la muestra de los restos de Eugenio Insúa, una alianza matrimonial, y el ADN de su hija Rosa María, lo que avala científicamente que fue enterrado en una fosa del cementerio del municipio segoviano de El Espinar. Con esta noticia se pone fin a la larga lucha de una familia que durante décadas investigó y sostuvo que sus restos se encontraban en esta fosa sin nombre, junto a los de al menos otras quince personas, tal y como recoge la Agencia Ical.

La noticia llegó a la familia cuando la hija de Eugenio, Rosa María, cumple 85 años, que ahora podrá enterrar los restos de su padre junto a los de la que fue su mujer, Irene Serrano. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) comenzó la exhumación el pasado 1 de septiembre buscando los restos en una fosa común en la que esperaba encontrar los restos de 16 o 17 personas.

Rosa María visitó el pasado 10 de septiembre las labores del equipo de la exhumación que encontró una alianza matrimonial, en la que figuraba una fecha; el 1 de junio de 1931. Antes de anunciar la noticia le fue solicitada a la familia una copia de su acta matrimonial y cuando enviaron una foto de la misma y vieron la coincidencia de la fecha, el equipo de la exhumación puso en conocimiento de la familia el hallazgo.

Eugenio Insúa fue asesinado en El Espinar por las tropas fascistas sublevadas, el 25 de julio de 1936, junto a un grupo de hombres que, sin formación militar, trataron de frenar el golpe de Estado y evitar que sus hijos e hijas tuvieran que vivir cuarenta años bajo una dictadura. El día antes de la matanza Eugenio había bajado a Madrid para celebrar el tercer cumpleaños de su hijo.