Aunque todavía es pronto, faltan estudios y a largo plazo habrá que comprobar cómo evolucionan los pacientes afectados por COVID-19, los primeros indicios parecen indicar que a los tres meses los pulmones mejoran, las radiografías patológicas desaparecen y un bajo porcentaje, sólo el diez por ciento de los que pasaron por las unidades de críticos, estuvieron intubados o sufrieron el síndrome de distrés respiratorio agudo (SDRA) padecen secuelas pulmonares. El resto, el 80 por ciento de los que sufrieron los cuadros más graves de infección por SARS-CoV-2 recibe el alta a los tres meses, aunque todavía muestren ciertos signos de fatiga o sensación de dificultad para respirar.
Son datos que pone encima de la mesa con toda la cautela Elena Bollo, jefa del Servicio de Neumología de León, acreditado como unidad especializada de excelencia por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), y una de los responsables de las consultas interdisciplinares para el seguimiento a los pacientes infectados por COVID-19 que están operativas en los servicios de Medicina Interna y Neumología de los hospitales de Sacyl.
Estas consultas nacieron a finales de junio para controlar a pacientes con secuelas pulmonares intercistiales o fibrosis pulmonar, así como alteraciones de la coagulación que desencadenan fenómenos trombóticos, que en algunos casos derivan en embolia pulmonar o tromboembolismo pulmonar.
Buenas noticias
A tenor de los resultados, parece que las noticias son buenas, y que la alarma inicial se ha rebajado, puesto que los enfermos ingresaban con radiografías muy patológicas, había mucho desconocimiento, y mucho temor a las secuelas. “Mi percepción hoy es que las secuelas objetivas son las esperables o algo menos, y a nivel pulmonar no son muy diferentes a las de otros virus”, explica Bollo, quien confirma que es una opinión generalizada entre los neumólogos no sólo de Castilla y León, sino también de España.
A raíz de los resultados de esta consulta se ha visto que sólo un diez por ciento de los cuadros graves desarrolla secuelas en forma de fibrosis quística. “Ahora va a hacer un año de los primeros casos. Los que ingresaron en uci salieron en mayo o junio, y son los pacientes que estamos viendo. Aún no sabemos como evolucionan esas fibrosis, si van a ir progresando, o van a quedar en alguna alteración del sistema de función pulmonar, alguna limitación en la actividad física. Eso lo tendremos que ver con el tiempo”, afirma Bollo, para precisar que es curioso que aquellos que pacientes uci muy graves son los que afirman encontrarse mejor, quizá, por una mayor percepción de la mejoría.
Junto a los pacientes con secuelas en forma de fibrosis quística, estas consultas también reciben a aquellos con alteraciones trombóticas en el pulmón, que pueden derivar en ictus o infarto de miocardio. En su caso, aclara Bollo, no han detectado un comportamiento diferente a cómo lo hacen las embolias de pulmón sin causa conocida, “lo cual es también una buena noticia.
“Estamos viendo que a partir de los tres meses hay una mejoría clara de los síntomas y de la función pulmonar, y que los pacientes que a los tres meses todavía tenían alteraciones van mejorando”. “La conclusión es que a largo plazo, las secuelas son menores de lo que pensábamos. Se creía que este virus iba a dejar mayores secuelas que otros coronarivus, y vemos que no. Hay muchos más pacientes, es cierto, y por eso parece que hay muchas más secuelas, pero no. El porcentaje de secuelas importantes a nivel pulmonar objetivas, es decir, que tengan alteración radiológica o en las pruebas de función pulmonar, es de un diez por ciento, y principalmente en pacientes que estuvieron en la uci, intubados y que han tenido un distrés respiratorio”, explica a Ical.
Además, la doctora precisa que ahora conocen que una de las complicaciones de la neumonía por coronavirus es la neumonía organizada secundaria, una forma de reaccionar exagerada del pulmón a una infección donde el tratamiento inicial son los corticoides para quitar la inflamación. “Ahora ya sabemos lo que es, se asocia también a otras enfermedades, y sabemos bien cómo tratarlos. Cuando diagnosticamos a un paciente en el ingreso y se va de alta, lo hace con un tratamiento adecuado que la mejora”.
Gracias, al COVID-19, en el otro lado de la balanza, en el de las ventajas, estas consultas de seguimiento han permitido diagnosticar otras enfermedades entre los pacientes, que ya tenían pero que desconocían, como fibrosis pulmonares de otro tipo; patologías reumatológicas y cánceres de pulmón.
Protocolo
Existe un protocolo fijado por Sacyl que arranca en Atención Primaria para el seguimiento de los cuadros más graves. Entre las ocho y doce semanas estas personas son sometidas a una radiografía de control. Aquellos que muestran alteraciones radiológicas persistentes, analíticas o de coagulación alta; mantienen síntomas más allá de los tres meses, como disnea, mala saturación basal o necesidad de oxígeno domiciliario, síntomas cardíacos (dolor torácico, palpitaciones, mareo-síncope), clínica previa vascular (tromboembólica) o deterioro cognitivo que hagan pensar en una mala evolución son derivados por su médico de Familia a las consultas de seguimiento COVID-09.
El criterio general es una revisión a los tres meses del alta en pacientes con cuadros graves o moderados, y se establecen revisiones a los seis, nueve y doce meses, en función de la gravedad del cuadro previo y particularidades o comorbilidades específicas de los pacientes.
Desde el Hospital de León, se ha organizado además una consulta postcovid en Astorga y La Bañeza, dos áreas donde ha habido una alta incidencia a lo largo de las tres olas. Se trata de consultas de alta resolución, de modo que en el mismo día se somete a los pacientes a pruebas de función pulmonar, se les hace una radiografía, se les pasa consulta y se les da el informe y, en su caso, el alta. En caso de que existan secuelas, se les remite a la consulta de seguimiento del complejo asistencial.