El encierro de este lunes en Cuéllar se ha saldado con cuatro heridos, dos por asta de toro y otros dos por contusiones.
Ha sido un encierro complicado, lento y completamente roto en el que sólo tres de los seis astados de Arcadio Albarrán llegaron al recorrido urbano y con más de una hora y cuarto de retraso.
Nada más salir de los corrales del Cega, a cien metros, uno de los toros tuvo que ser anestesiado. Los caballistas intentaron llevar a los cinco restantes hasta el paso de la carretera de Cantalejo, pero “fue imposible”, afirmó el alcalde de Cuéllar, Jesús García. Finalmente dos de los toros fueron sedados y sólo tres llegaron hasta la zona alta del Embudo.
El descenso se inició con más de una hora y cuarto de retraso, sobre el horario fijado de las nueve y media de la mañana. El alcalde de Cuéllar recordó que los que marcan el ritmo son los toros, y hoy, “por la humedad o por otra razón, tenían una gran querencia a volver hacia los corrales”.
La bajada fue larga y tensa porque los tres toros fueron cada uno por su lado, sin seguir a la manada de bueyes y mansos que sí entró compacta en las calles. El ingente trabajo de mozos y caballistas logró que entraran los tres en Cuéllar pero su tránsito fue lento y muy peligroso, con continuas paradas y arremetiendo contra las talanqueras.
Pasadas las once y veinte de la mañana, casi tres horas y media después de salir de corrales, se daba por terminado el segundo encierro de Cuéllar 2017, con un balance de cuatro heridos, dos por asta de toro.
El primer encierro, el de este pasado domingo, también cerró con dos heridos por asta de toro. Uno de ellos sufrió un raspón en el pecho y fue llevado, por precaución, al hospital ‘Rio Hortega’ de Valladolid.