Cruz Roja Española distribuirá 39.000 kilos de alimentos en Segovia en el mes de noviembre. El reparto se efectuará entre personas vulnerables dentro de la segunda fase del Programa 2019 de Ayuda Alimentaria.
La distribución de los alimentos la llevan a cabo Cruz Roja Española y la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), un 50% cada organización. Cruz Roja Segovia distribuirá 39.000 kilos de un total de más 78.000 kilos de alimentos. Desde los centros de almacenamiento de las dos organizaciones se distribuirá a 25 organizaciones asociadas de reparto, que los harán llegar a las personas más desfavorecidas, de manera que éstas puedan preparar fácilmente una comida completa para una persona o para una familia con varios miembros, incluidos bebés.
En esta segunda fase del Programa de Ayuda Alimentaria, Cruz Roja Española trabajará con 3 de las 25 Organizaciones Asociadas de Reparto y, en total, Cruz Roja repartirá alimentos a 406 familias, haciendo un total de 1.359 beneficiarios.
Los alimentos son de carácter básico, poco perecederos, de fácil transporte y almacenamiento. En la “cesta de alimentos” de este año se han hecho actualizaciones y se han incorporado algunas novedades. Los alimentos que se entregarán son: garbanzos cocidos, pasta alimenticia espagueti, macedonia de verduras en conserva, pera y macedonia de frutas en conserva, atún y sardinas en conservas, conserva de cerdo (magro), batidos de chocolate, arroz blanco, leche UHT, tomate frito, galletas, tarritos infantiles de fruta y de pollo, y aceite de oliva.
Se trata de alimentos especialmente nutritivos, que van a contribuir a satisfacer las necesidades de personas adultas y, de manera especial, de los menores. Esta cesta ha sido elaborada con la colaboración de la Federación de Bancos de Alimentos, Cruz Roja y de expertos en nutrición de los Ministerios.
Valoración del programa FEAD por los usuarios y las organizaciones
Cruz Roja Española y la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), las dos entidades seleccionadas por el FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria) como Organizaciones Asociadas de Distribución, presentaron el pasado 24 de octubre de 2018 las conclusiones del boletín sobre la vulnerabilidad Nº 16, donde evaluaban el impacto del Fondo de Ayuda Europea para las personas más desfavorecidas en España (FEAD) y recogían la valoración y las propuestas de mejora realizadas por más las personas beneficiarias, los equipos de Cruz Roja y FESBAL y representantes de las organizaciones asociadas de reparto (OAR) que participan en la distribución de alimentos en todo el territorio.
Las principales conclusiones del estudio reflejaban que el programa FEAD es muy valorado por las personas beneficiarias y se configura como una herramienta que contribuye a paliar formas extremas de pobreza, siendo un importante instrumento de apoyo a la alimentación familiar, aunque sólo cubre de forma parcial las necesidades de la dieta familiar.
Para las personas beneficiarias se trata de un apoyo fundamental “que les saca de muchos apuros”. Las organizaciones implicadas en el programa señalaban que el programa cumple el objetivo y constituye un factor clave en la detección de problemáticas sociales.
El perfil de las personas beneficiarias del programa FEAD
A nivel nacional, Según los datos aportados en la investigación conjunta que se presentó en octubre de 2018, el 90,2% de las personas beneficiarias del programa vivía en situación de pobreza extrema y el 52,4% estaba en paro de larga duración. Un dato destacable fue que entre la población atendida se encontraban personas que estaban trabajando en ese momento.
Además, el 71% de las personas beneficiarias del programa fueron mujeres, en 3 de cada 4 hogares había niños y niñas menores de 15 años y en el 16% de los hogares había personas con discapacidad. La población atendida presentaba problemáticas en múltiples ámbitos: escasez de ingresos, desempleo, problemas de vivienda, de salud, entre otros.
Estos datos mostraban que las personas y familias beneficiarias del Programa FEAD presentaban condiciones socioeconómicas y ocupacionales extremadamente precarias: el 36% llevaba entre 3 y 5 años o más en el programa, lo que apunta un claro riesgo de cronificación de las situaciones de pobreza y carencia material.