Hasta hace apenas dos semanas, el joven de 24 años Luis Miguel Ibáñez era portero del Atlético Bembibre, el club enseña de la capital del Bierzo Alto, que el año próximo celebrará su centenario. En menos de 15 días, su vida se ha puesto patas arriba después de aceptar la oferta del Hamar FC de Hveragerði, una ciudad islandesa situada a media hora de la capital, Reykjavík. Durante seis meses, el joven berciano militará en esta escuadra que compite en la quinta división del país, en una aventura que lo lleva a conocer la tierra del hielo como emigrante del balón, con una bandera del Bierzo bajo el brazo “por lo que pueda pasar”.
Nacido en Ponferrada, Luismi, como se le conoce sobre el campo, tuvo como referente en sus inicios bajo los palos al exportero del Real Madrid Iker Casillas. “Empecé por él, tenía la equipación de portero del Madrid y me presenté a entrenar con su ropa”, recuerda. Su abuelo, José Luis Lera, fundador del club deportivo San Lorenzo de la ciudad de León, fue otro de sus ejemplos y su principal seguidor desde la más tierna infancia. “Todos los miércoles compraba el periódico para verme”, rememora el joven con un nudo en la garganta, mientras muestra orgulloso los guantes bordados con las iniciales de su abuelo. “Siempre lo llevo conmigo”, subraya.
En esta nueva aventura, su club de adopción cubrirá sus gastos de manutención y le proporcionará un alojamiento con los suministros pagados junto a otro jugador español que ha llegado al equipo de la mano de la misma agencia de representación, el murciano Tote Fernández. “Igual hasta nos dejan un coche para poder desplazarnos por ahí”, explica agradecido. El contrato con el club islandés también le servirá a Luismi para conseguir un puesto de trabajo en un campo de golf situado a poca distancia de los campos de entrenamiento. “Aún no me han explicado bien lo que tengo que hacer, pero no tengo problema, si me ayuda a socializar y aprender el idioma, perfecto”, asegura.
Tras los pasos de Iñigo
Tras su paso por otro de los clubes históricos de la comarca, el CD Fabero, el guardameta fue seleccionado hace dos años como uno de los 15 mejores porteros de menos de 23 años de España, en un evento organizado por la empresa de material deportivo Football Emotion. Al inicio de esta temporada, fichó por el Atlético Bembibre para jugar en Tercera División y fue allí donde conoció a Iñigo Albizuri, un compañero vasco que en abril también puso rumbo a Islandia, tras tres años en la capital Bierzo Alto. “Él vive en la otra punta de Islandia, cuando vienen a jugar aquí vienen en avioneta”, comenta.
Aunque no compartirán vestuario, Luismi reconoce que saber que a un excompañero le va bien tan lejos de casa aporta confianza a la hora de hacer las maletas y dejar a familia y amigos a 5.000 kilómetros de distancia. La intermediación de la agencia de representación Afram Football consiguió encauzar la llegada del joven berciano a tierras islandesas, donde tuvo que recluirse en un hotel durante cinco días de cuarentena y someterse a dos pruebas PCR antes de poder incorporarse a la disciplina de su nuevo equipo.
A consecuencia de estos estrictos protocolos sanitarios, su debut tuvo que retrasarse hasta este miércoles, cuando entró en el campo en el minuto 73 en el partido que el Hamar FC disputó contra el Smari. La victoria por tres goles a uno deja al conjunto como líder de su clasificación tras dos jornadas de campeonato.
Agradecido por las facilidades que la directiva y los entrenadores del Atlético Bembibre le han puesto sobre la mesa a la hora de emprender su aventura, Luismi reconoce que “las despedidas siempre cuestan”. “Son un grupo de la leche, todos se han alegrado mucho por mí”, asegura el joven, que prevé volver a España a finales de septiembre o principios de octubre, una vez terminada la temporada y el ‘playoff’ en tierras islandesas.
Una cultura diferente
En estos primeros días en su nuevo hogar, Luismi se esfuerza por adaptarse a un país, un idioma, una cultura y unas costumbres diferentes a las de su tierra natal. La lengua es una de las principales barreras para un joven que vive su primera experiencia en un país extranjero. “Me voy entendiendo y apañando, aunque hay letras que ni conozco”, explica entre risas.
Una de las primeras cosas que le llamó la atención tras su estancia en el hotel es que el club dispone de dos campos anexos, uno de ellos cubierto para poder usarse durante el gélido invierno islandés. El principal, el estadio Grýluvöllur, es el habitual del equipo y se utiliza durante el verano. A su lado, está el campo de Hamarshöllin, que se utiliza cuando las temperaturas invernales se hacen más severas. Al respecto, Luismi tira de arrestos y asegura que la temperatura en Islandia es “como la de un invierno en el Bierzo”. “No me parece tan frío”, afirma con una sonrisa socarrona.
Otro de los aspectos que más le ha llamado la atención es que en esas latitudes tan septentrionales se deja notar el efecto que provoca que a lo largo del año haya seis meses de luz y seis meses de oscuridad. “Hoy me levanté a las cuatro de la mañana y me asomé por la ventana y no era noche cerrada”, relata Luismi, que explica que la disputa de partidos oficiales entre semana es una diferencia más entre el futbol español y el islandés.