Escuela provisional en el pabellón de usos múltiples de Valcavado

A las 8.20 horas del primer día del nuevo curso, el silencio manda en el colegio de Valcabado, a escasos kilómetros de Zamora. El centro educativo está callado porque el edificio habitual no abrirá este año sus puertas por las importantes obras de ampliación en ciernes, ya que ese municipio tiene la bendición de contar con un creciente número de escolares. También está en silencio el edificio de usos múltiples, situado justo al lado del centro educativo, aunque las puertas están abiertas y se ven algunos cambios.

Varios dibujos de gran tamaño, a modo de cómic, adornan la fachada del edificio: una representación del Big Bang; un troglodita haciendo muescas en un hueso, con sus compañeros diciendo ‘Está muy ocupado con la contabilidad’ y el rótulo ‘El nacimiento de las matemáticas’. Al lado, dos viñetas que muestran a Ptolomeo, Copérnico y Galileo, quien tenía razón mientras todo el mundo estaba equivocado.

Un vistazo fugaz al interior y aparecen dibujados cuatro de los hermanos Dalton, precedidos por el perro Rantanplán. Son signos inequívocos de que el edificio de usos múltiples acoge ahora el colegio.

Edificio multiusos

La vuelta a las clases siempre genera un carrusel de sentimientos en los escolares, entre la alegría por reencontrarse con las amistades y el nerviosismo por todo lo que pudiera no resultar familiar, desde el profesorado hasta las dificultades de las materias. Pero este curso es especialmente novedoso para los 33 alumnos del colegio de Valcabado porque las aulas en las que pasarán, al menos, este año académico, están dentro de un edificio multiusos de unos 500 metros cuadrados y fueron construidas en menos de un mes, en todo un alarde de asignación de recursos escasos a fines alternativos.

“Aparte de proyecto, desde que empezaron las obras hasta que terminaron, 26 días contados por mí. Ha habido mucha gente trabajando, incluidos los sábados, porque había que terminar a tiempo para empezar las clases. Y, al final, lo hemos conseguido”, explica el alcalde de Valcabado, Valeriano Rodríguez, quien sacó adelante la idea de construir las aulas en el salón multiusos para facilitar que el alumnado siguiera estudiando en el municipio mientras se hace la ampliación del actual colegio, que está justo al lado del centro improvisado.

“Por suerte, hay bastantes niños y, cada año, más. Por eso, necesitábamos que se ampliase el colegio pero las obras llevan su tiempo y queríamos evitar que los padres tuvieran que llevar a sus hijos a Monfarracinos o a Zamora, con todo el trastorno que eso provoca y con el riesgo de que, una vez reubicados en otros centros, tomaran la decisión de no volver al colegio en Valcabado”, explica.

“Junté a los padres y les explique que si este colegio se cerraba dos años para obras, sin una alternativa, seguro que los niños no volverían y todo lo que habíamos luchado se perdería. Aceptaron mi propuesta de hacer las aulas en el edificio de usos múltiples y lo hicimos realidad en menos de un mes, con una inversión de 90.000 euros”, relata.

“Como los chinos”

La respuesta positiva de madres y padres fue unánime y el Ayuntamiento sacó adelante el proyecto en un abrir y cerrar de ojos, hasta el punto de que en el pueblo bromean por una forma de hacer las cosas “parecida a la de los chinos”, que completan obras imponentes en asombrosos intervalos de tiempo. “Además, esto se ha hecho con vistas. Tenemos unas pistas deportivas que se van a ir cubriendo y, cuando esté terminada la ampliación del colegio, se dará un buen uso a las aulas construidas en este salón, en el que se hacen muchas actividades. Habrá cursos y seguirá sobrando el 60 por ciento del pabellón para otras necesidades”, detalla.

El interior del pabellón brilla y las cuatro aulas recién construidas lucen con ese lustre que solo tiene lo nuevo. Rosario, se afana, fregona en ristre, en dejar como una patena los servicios para que hagan juego con el resto del colegio improvisado y estará pendiente de la llegada del recreo, cuando volverá a hacer los baños y las aulas para asegurar “que todo esté limpio y desinfectado para los niños”, según recalca.

Teresa Viñuela es la primera madre en llegar al nuevo centro educativo, adonde lleva a sus hijos, Andrea y Abel. Andrea sale corriendo para ponerse la primera de la fila y allí se queda, aunque falta más de un cuarto de hora para entrar. “Yo ya lo he visto pero Abel, no. Es muy chulo”, asegura, con firmeza, antes de bajar el tono para decir, con complicidad: “La clase que más me ha gustado es la mía porque tiene pizarra digital. Antes no la tenía”.

Compromiso

“Hemos estado todo el verano, que sabíamos que iban a hacer algo pero no imaginábamos que iba a quedar tan chulo. Estamos muy contentos. Lo han acondicionado muy bien y los niños no tienen que irse a otro pueblo. El alcalde se comprometió con que iba a estar listo en septiembre y ahí está”, comenta Teresa.

Rogelio Mayo es el segundo en llegar y lo hace con su hija, Emma, que empieza primero de Primaria. “Traigo una, de momento. La pequeña todavía no va al colegio”; precisa. “El alcalde siempre ha mirado por los niños. Teniéndolos aquí, el pueblo crece y tiene vida. Hay que hacerlo por ellos”, recalca.

El entorno del pabellón empieza a llenarse de gente. Óscar de Fuentes trae a sus dos hijos y considera “una pasada” haber materializado “una buena idea” en tan poco tiempo. “No sé si el colegio nuevo nos gustará tanto”, bromea. “Este ha quedado muy bien. Y apenas nos hemos enterado de que aquí había obras. Ten en cuenta que, si los niños tuvieran que ir a otro municipio habría que levantarlos más pronto, comerían más tarde… Es un trastorno y pierdes mucho tiempo. Así, los niños no tienen que salir del pueblo”, valora.

María Escudero trae a su hijo, de tercero de Infantil y agradece la iniciativa porque “es la única manera de que Valcabado siga teniendo a sus niños aquí y se siga fomentando la educación rural” y apostilla: “El segundo reto es que puedan quedarse aquí en primero y segundo de la ESO y no se vayan tan pequeñitos a los institutos porque nos parece que, en sexto de Primaria, todavía lo son para irse y depender de un autobús escolar a diario”.

En este sentido, el alcalde de Valcabano no descarta que se pueda conseguir que lleguen a impartirse en el municipio esos dos cursos. “Tenemos que ir poco a poco. Las cosas se consiguen con trabajo y con paciencia”, asegura. “Yo estoy un poco loco por mi pueblo. Los alcaldes somos políticos pero yo no miro por la política, sino por el pueblo, que es lo que me interesa. Estoy en el bar y se acerca uno a hablar conmigo y otro y otro. Tenemos que ser alcaldes 24 horas al día los 365 días del año”.

Por lo que se refiere al profesorado, la ilusión es igual o mayor a la que muestran progenitores y escolares. Ana Belén García es la tutora de 4º, 5º y 6º de Primaria e imparte las asignaturas de Lengua, Matemáticas, Sociales, Naturales, Plástica y Valores Cívicos. “Hoy, a primera hora, los has visto. Estaban nerviosos e intranquilos. Para ellos es una cosa nueva. Además de ser el primer día de clase, vienen a estrenar aulas. Un niño con zapatos nuevos. Los he visto nerviosos pero contentos”, comenta.

“Diversión y enseñanza”

“Los padres tenían muy claro que no querían que los niños se fueran del pueblo y se ha volcado todo el mundo en que los niños se quedaran. Las maestras, por supuesto, con ganas de quedarnos aquí porque es nuestro lugar de trabajo y ellos han decidido habilitar el pabellón y lo han hecho muy bien. Están las cuatro aulas y, por fuera, se ve perfectamente que este es un lugar de diversión y de enseñanza”, subraya.

María Díaz, profesora de Educación Física y de Sociales, considera que “muchos profesores del mundo rural querrían tener instalaciones como estas” y que “es un bien para todos: para la localidad, los niños, los padres y los docentes”, además de valorar la “intención que han tenido de hacer lo mejor para la educación y para la localidad”.

Conchi Mezquita, directora del Colegio Rural Agrupado ‘Tierra del Pan’, que aglutina siete pueblos de la comarca, hace hincapié en que Valcabado sea un municipio en el que aumenta paulatinamente el número de matrículas, lo que hizo necesario afrontar la ampliación del actual centro educativo y buscar la singular alternativa mientras se desarrollan las obras.

“Una opción fue llevarlos a Monfarracinos, que es la cabecera, y el Ayuntamiento propuso en verano hacer esta obra. Nosotros no sabíamos ni pensamos que se podía realizar tan deprisa pero ahí está. Está en unas condiciones muy aceptables”, destaca. “Lo que se suele hacer en otras ocasiones es montar casetas o aulas prefabricadas pero no había lugar. Estuvimos barajando todas las posibilidades y el Ayuntamiento propuso esta y parece que la han llevado a cabo satisfactoriamente”.

Por su parte, el director provincial de Educación, Fernando Prada, incide en que el caso de Valcabado es “uno de los muchos ejemplos que podemos poner de colaboración” entre dos administraciones. “Tuvimos una reunión en abril para plantearles que se iba a hacer una obra importante, de cerca de medio millón de euros, para reformar el centro educativo existente y que los alumnos deberían abandonar esas instalaciones y ver qué opciones querían entro de las posibilidades que se tienen para cursar este curso en el que estamos mientras se realizan las obras”, expone.

“Ahí encontramos facilidad por parte de los padres, por parte del centro educativo y la colaboración con el Ayuntamiento, porque ellos se han encargado de adaptar unas instalaciones que funcionaban como gimnasio. Se ha hecho bien, se ha hecho rápido y estamos todos satisfechos. Ha ha sido muy fácil trabajar con el Ayuntamiento y con los padres del pueblo, que lo que tenemos que hacer entre todos es ayudar”, anota.

Además, “hay un compromiso a mayores”, en virtud el cual, cuando las obras estén terminadas, “lo dotemos con los recursos más novedosos en cuanto a tecnología, pantallas digitales, ordenadores y tabletas para que sea un colegio del siglo XXI, como tiene que ser”.

Mínimo de tres alumnos

Fernando Prada recuerda que la Consejería de Educación “siempre apuesta por retomar y reabrir colegios”, como ha ocurrido este curso con el de Castroverde de Campos, que había cerrado hace un años por falta de alumnos “Cuando decimos que un pueblo se queda sin niños, es como una cosa que te arranca del cuerpo. Tiene que haber alumnos, ese mínimo de tres. Castilla y León es la única comunidad que tiene colegios con cuatro y, desde hace unos años, se flexibiliza que puedan permanecer en el municipio con tres”, indica.

“Es una enseñanza a la carta, que favorece la calidad. El profesor es prácticamente particular. Los niños aprenden, repasan cada curso y se trata de intetar asentar la población en el ámbito rural y que, de cara al futuro, puedan venir más familias”.

La delegada territorial de la Junta de Castilla y León en Zamora, Clara San Damián, agradece públicamente el “esfuerzo” hecho por la Alcaldía de Valcabado para que, mientras la Administración autonómica realiza las obras de ampliación del centro, el Ayuntamiento haya destinado recursos propios a adecuar, “mejor, imposible, las aulas para los chavales” y rubrica: “Esa es la colaboración institucional que necesitamos siempre”.