Se acabó el veroño y el turismo de interior vuelve a tomar el pulso al de playa, mojito y tumbona. Un año más Segovia se prepara para recibir la visita de turistas que se sienten atraídos por la perfecta ecuación ‘naturaleza, patrimonio, gastronomía y tranquilidad’ que ofrece nuestra provincia. Y el finde semana en el que celebramos la festividad de Todos los Santos es perfecta para ello gracias al viernes festivo del que vamos a disfrutar. Apunta estos cinco pueblos con encanto de Segovia que no puedes perderte este otoño.
Mucho más que su castillo
Aunque su magnífico castillo es su reclamo turístico principal, Coca cuenta con numerosos recursos que demuestran que la localidad segoviana tiene un rico pasado en el que convergen distintas culturas y que se remonta a tiempos inmemorables. Prueba de ello es su muralla del siglo XII, de la que queda la parte más elevada y de mayor grosor, la que protegía la zona que no está flanqueada por las profundas cárcavas labradas por los ríos, es decir la más vulnerable de la villa. También lo es la torre mudéjar de San Nicolás, hoy un precioso mirador fue construido en el siglo XII a imitación de un minarete islámico. Y como no, sus ‘verracos ibéricos’, unas esculturas zoomorfas de época prerromana: dos de ellas expuestas en la parte exterior de la muralla, junto al Arco de la Villa, y la otra empotrada en uno de los muros del recinto exterior del castillo.
La plaza de los cien postes
Esta localidad segoviana sabe a cordero lechal y bacalao ajoarriero. Su silueta está dibujada por el famoso castillo-iglesia a la que Camilo José Cela hace referencia en su libro ‘Judíos Moros y Cristianos’. De origen supuestamente celtíbero la peculiaridad de este símbolo de la localidad es que en el castillo está integrada la iglesia de San Miguel. Cuando pasees por su plaza porticada, conocida por algunos como ‘la plaza de los cien postes’, recuerda que estarás recorriendo la localidad que vio nacer al artista Esteban Vicente, perteneciente a la primera generación neoyorquina del Expresionismo abstracto. No dejes de visitar su iglesia de Santiago o su Museo Forestal, testigo de la actividad desarrollado en torno a los pinares de la zona.
Turismo nostálgico
Gran parte del encanto de Fuentidueña está sin duda en rememorar tiempos pasados. Ubicada entre laderas, la localidad fue amurallada entre los siglos XII y XIII aunque en la actualidad se conservan tres puertas de acceso y parte del castillo en ruinas. En ambos extremos de la cara norte, se encuentran la «Puerta del Palacio» y la «Puerta de la Calzada», y en su cara sur, se sitúa la «Puerta de Alfonso VIII». Además de la agradable visita a la iglesia de San Miguel o a las ruinas del Hospital de la Magdalena, bien merece la pena un paseo por el embalse de las Vencías y las cuevas y manantial del Salidero.
Los pueblos negros
Construido a partir de pizarra, El Muyo es una pedanía perteneciente a la localidad de Riaza que invita a perderte paseando entre sus calles. Asentado en la sierra, próximo a las cumbres, es el pueblo más alto de Segovia y el núcleo más representativo entre la llamada arquitectura negra de los pueblos de la Sierra de Ayllón. Con tan solo una decena de habitantes, el único recurso patrimonial, además del conjunto de su arquitectura, es la iglesia de los Santos Mártires San Cornelio y San Cipriano que, a diferencia del resto de edificios, tiene el techado de teja roja. Serracín y Becerril son el resto de Pueblos Negros.
Los pueblos rojos
Alquité, Madriguera, Martin Muñoz de Ayllón y Villacorta son los conocidos como pueblos rojos de Segovia. Con escasos habitantes, como pasa en los pueblos negros, su mayor atractivo turístico es pasear entre sus calles y disfrutar del color característico de los materiales de sus construcciones. La arcilla o la piedra ferruginosa es la que otorgan este color tan característico que puede verse tanto en casas como en las iglesias de estas localidades. En Villacorta podrás visitar la Iglesia de Santa Catalina y la Ermita de San Roque (a las afueras); en Madriguera la Fuente del Hierro, de la que manan aguas ferruginosas o el lavadero. Como bonus, El Negredo que, aunque no posee tanta arquitectura roja, sí mantiene algunas construcciones dignas de ser visitadas.
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