Castilla y León se enfrenta a las navidades con incidencias de contagios por COVID-19 desbordadas, que llegan a cuadriplicar a 14 días a las de hace un año y que ya se están haciendo notar en la ocupación hospitalaria. Todo, con una Atención Primaria contra las cuerdas, que en estos momentos cuenta con más de 41.200 pacientes contagiados, que superan en 10.000 a los de hace un año, y bajo la sombra de la nueva variante ómicron que campa a sus anchas y que todo apunta a que en enero, si no ya, será la predominante.
Con el colchón de la vacuna, la agilización de las terceras dosis, su próxima ampliación a los mayores de 40 años y la esperada inmunización de los niños, la traducción en muerte y enfermedad es menor, pero el ritmo de PCR es frenético: los 2.180 positivos de este viernes (último dato disponible) contrastan con los 323 de la última Nochebuena. Es más, en la última semana se han contagiado 11.123 personas. Hace un año, no llegaron a las 2.800.
De momento, no se barajan restricciones ante la Navidad. Habrá que esperar, en todo caso, a la próxima semana, cuando el Gobierno autonómico decida o no dar el paso. La Junta considera que el riesgo sigue siendo controlado, en función de los nuevos marcadores del semáforo COVID-19. Eso sí, las autoridades sanitarias siguen pidiendo prudencia y continuar con la cultura del cuidado: mascarilla, distancia social y lavado de manos.
No en vano, si hace un año la incidencia acumulada a 14 días se encontraba en los 170 casos, hoy el dato está en los 703,16 casos por cada 100.000 habitantes. Es decir, Castilla y León se encuentra en riesgo muy alto o extremo, con transmisión comunitaria no controlada y sostenida que excede las capacidades de respuesta del sistema. En diciembre de 2020, el escenario se encontraba dos niveles por debajo, riesgo medio, con transmisión comunitaria, también, pero sostenida con presión creciente sobre el sistema, situación que se descontroló en enero por las consecuencias de salvar la Navidad.
A ello se suma que el índice reproductor no para de crecer, ya está ya está cerca del 1,5, con un 1,44, cuando el 24 de diciembre de 2020 estaba en el 0,87. Es medio punto más, y todo indica que comenzará a subir con las reuniones familiares y no familiares de los próximos días.
Mientras, la situación hospitalaria, que aún es controlada, crece día a día, pero los datos son mejores que a los de hace un año, cuando todavía no se contaba con la vacuna. Este viernes había 85 pacientes en las unidades de críticos, con una presión del 26 por ciento, muy por debajo de los 147 de hace un año, cuando las ucis estaban al 44. Si bien, aún no había llegado el pico de la tercera ola. En cuanto las hospitalizaciones en planta, en 2020 por estas fechas había 436 pacientes, hoy son 336. Sin duda, por el efecto de la vacuna, que también ha tenido repercusión en la rebaja de las cifras de fallecidos. En 2020, en los primeros 17 días de diciembre fallecieron 303 personas; en lo que va de mes de este 2021 han sido 85
El mayor problema reside en la atención primaria, donde los 41.210 pacientes activos actuales presionan a un sistema extenuado que debe pisar el acelerador en la otro patología no-covid, que durante más de un año estuvo bajo la sombra del virus y que ya no puede esperar más. A este escenario se une que el virus también afecta a los profesionales sanitarios, los encargados de surfear el tsunami de esta sexta ola que, todo indica, irá a más si no se toman medidas para que el virus deje de galopar y sólo trote.