Como ya sucediera con el libro sobre las grabaciones de Agapito Marazuela, el formato de presentación digital ha sido el elegido hoy por la Diputación para dar a conocer la publicación ‘Campanas en la comarca del río Pirón-Turégano’, un libro del que han sido editados 400 ejemplares y que es fruto de la investigación de Víctor Sanz Gómez, merecedor de una de las becas del Instituto de la Cultura Tradicional Manuel González Herrero en su tercera edición.
Presentado por el diputado de Cultura, Juventud y Deportes, José María Bravo, y acompañado del tutor del trabajo, el antropólogo José Luis Alonso Ponga, el joven investigador ha explicado, tanto los motivos que le llevaron a planificar este trabajo de campo, como los resultados obtenidos; algunos de los cuales, reconocía, le habían sorprendido y le habían hecho modificar su idea original. “La hipótesis de mi trabajo fue irme a un núcleo con mucha raigambre histórica, con iglesias del siglo doce, y ahí esperaba encontrarme con instrumentos antiguos, con ese paisaje sonoro que formaba parte de nuestros pueblos…”, apuntaba Víctor Sanz, añadiendo que “en lugar de encontrármelos en un campanario románico, me los encontré en un campanario del siglo dieciséis”. Sanz reconocía que ese momento “cambió un poco” todo el planteamiento inicial, pero que, a medida que avanzaba la investigación, “la riqueza que fuimos abarcando y la construcción del trabajo ha resultado muy enriquecedora”. Además, el becado subrayaba durante la presentación cómo el hallazgo del instrumento más antiguo de la zona, datado en 1450 y ubicado en Carrascal de la Cuesta, ha permitido construir un relato diacrónico de la campana hasta 2007, año en que fue construido el más moderno, localizado en Caballar.
A lo largo de cerca de trescientas páginas, Sanz recoge lo que José María Bravo calificaba de “un estudio muy pormenorizado de todas y cada una de las campanas que hay en las iglesias de esta comarca; un trabajo infatigable a la hora de visitar cada una de ellas, donde se recogen las especificaciones, el año en que fueron construidas, sus inscripciones y un largo etcétera de detalles”.
En total son diecisiete los municipios de esta comarca en los que Víctor Sanz ha analizado estos elementos -instrumentos musicales, como especificaba- que, junto con su uso religioso, siempre han tenido también un uso civil; motivo por el cual la publicación detalla también cómo se pagaba la fundición de una campana entre el concejo y la Parroquia, por qué se construían escaleras externas a la iglesia para acceder al campanario o cómo se afinaban y se tocaban en los distintos momentos del día. “También se habla en el libro sobre el pensamiento que se cierne sobre la campana”, señalaba el autor, argumentando que “en los libros parroquiales se habla de que la campana habla, la campana tiene lengua, la campana tiene melena… tiene esos componentes que se asemejan al cuerpo humano”, al mismo tiempo que hacía alusión a unas largas investigaciones en archivos parroquiales, a las que se suma el estudio y el análisis del legado de la tradición oral en torno a estos elementos.
Para José Luis Alonso Ponga, quien recordaba sus propias investigaciones sobre estos instrumentos que se remontan a hace treinta años y excluían el carácter musical de los mismos, el trabajo tutorizado representa “una de las obras más completas respecto al estudio de las campanas”. El antropólogo destacaba de manera especial el trabajo de documentación presencial realizado por Víctor Sanz, quien se ha acercado a cada una de las iglesias con el fin de tomar medidas de las campanas o de fotografiar cada uno de sus detalles.
El resultado de la beca ‘Campanas en la comarca del río Pirón-Turégano’, en cuya publicación, tal y como afirmaba José María Bravo, la Diputación ha invertido alrededor de 9.000 euros -que se suman a los 8.000 euros de beca-, se completa con doce grabaciones que pueden ser consultadas en la página web del Instituto de la Cultura Tradicional. El libro -excluyendo los trabajos del propio Alonso Ponga y de Sánchez del Barrio sobre las campanas de la Catedral de Segovia- es la primera publicación que documenta la presencia de estos elementos en los pueblos de nuestra provincia.