Carta al director (opinión)
Existen momentos vitales en nuestras biografías que parecen no tener fin, por lo
dolorosos y angustiantes que son.
Y este es en pocas palabras mi escenario actual: hace unos días recibí un mensaje de
mi banco diciéndome que debía firmar unos papeles (que todavía no he recibido y los
he solicitado insistentemente) y abandonar mi casa antes del día 21 de Diciembre…
¿Estas prisas después de “intentar negociar con ellos durante todo este año”?
Seguramente sea muy importante para ellos su cierre contable, francamente para mí
lo más importante es poder dejar de vivir en el miedo a sus llamadas, de sus mensajes
mareantes, incluso amenazantes pidiendo más y más papeles, una y otra vez… Me han
explicado que “juegan a la guerra psicológica” y sí, puedo constatar que así es. Y por
este motivo me he decidido a poner por escrito mis sentimientos y compartirlos.
Cuándo tu red de apoyo va desapareciendo poco a poco, cuando has pedido ayudas
estatales y te las han denegado, cuando has probado a mal comer o no comer para
poder pagar tu hipoteca (nosotros tenemos dos, pues fuimos autónomos y pusimos
toda la “carne en el asador”), llegas a un punto en el cual tu vida cambia, tu cambias,
te rompes…
Siento miedo que ha llevado a un diagnóstico de Colón irritable, vergüenza que me
invita a callarme porque lo he hecho mal, porque no está bien visto y te calificación de
persona tóxica, aislamiento cuando tus amigos, conocidos van menguando,
incomprensión aunque somos muchos con esta situación (os recuerdo que este año
2018 es el que más desahucios han ejecutado) en muy pocas situaciones sientes que
te comprenden, rabia e impotencia las uno porque son la misma moneda, la rabia
quiere salir, actuar, me quema por dentro y la impotencia porque los bancos viven tras
su muro de poder e impunidad, que hoy por hoy, Yo vivo como intocable, y me
pregunto ¿quién se beneficia de esta situación de indefensión ciudadana?
También en mi sentir está el desaliento, es tan agotador que mi energía vital se va
apagando y desanimando, creo que olvido alguna, aunque llegados a este punto te
puedes imaginar, cómo te sentirías tú al ver que pierdes todo por lo que has trabajado,
has dado tu vida, tu tiempo, tu energía, tu dinero, tu familia, tu esfuerzo… Y
francamente quiero llegar a un acuerdo con el banco que se queden con la casa, con el
local (es decir una daccion) como en otros países y de esa forma liquidar mi cuenta con
ellos, no me cuadra pensar que puedo quedarme sin las propiedades y encima con una
deuda…
Quiero dar las gracias a todas la personas que me han ayudado y me siguen ayudando,
con sus gestos, palabras, alimentos, regalos, asesoramiento, invitaciones que me
permiten hacer “cosas de persona normal”: Gracias!! Por suerte Por suerte tengo este apoyo humano, ese hombro donde apoyarme y llorar, que me escucha pacientemente
y me hacer ver que la opción del suicidio no es factible, porque en este proceso la
contemplas como una de las muchas posibilidades de salida a esta situación tan lejana
del calor humano.
Hace una semana celebramos el 40o aniversario de nuestra Constitución, hoy mi
pregunta es ¿Dónde están mis derechos? Porque las obligaciones rápidamente me las
recuerdan.
Quiero dejar abierta la puerta a la esperanza y a la magia de la Navidad, espero me
lleguen las fuerzas, los ánimos y las soluciones, tan arduamente buscadas…