Recientemente, a finales de este verano, mientras aún muchos segovianos disfrutaban de sus vacaciones, aparecía el esperado informe del ex primer ministro italiano con las advertencias de Draghi sobre la competitividad de Europa.
Él hacía un llamamiento a dejar de estar relajados y a empezar a actuar ya porque las consecuencias pueden condicionar mucho nuestro futuro.
En su informe advierte sobre los desafíos económicos de Europa y la necesidad urgente de ponernos en marcha.
Draghi subraya que si Europa no invierte de manera significativa en áreas clave como la transformación digital, la defensa y la innovación, se verá rezagada frente a competidores como Estados Unidos o China. Pero además pone cifras a este reto.
Recomienda aumentar la inversión al 27% del PIB, movilizando hasta 800.000 millones de euros anuales.
No es nueva su alerta sobre la creciente dependencia de China. Lo ve como una amenaza económica y tecnológica para Europa, especialmente en sectores como las energías limpias y la automoción.
Sugiere que Europa debe reducir esa dependencia para salvaguardar su seguridad interna. La medida de poner aranceles a los vehículos eléctricos chinos no es baladí.
Otro aspecto destacado es la necesidad de una estrategia industrial más coordinada. Draghi lamenta que Europa no haya logrado traducir su innovación en éxito comercial, mientras que empresas europeas han abandonado el continente debido a la falta de oportunidades de crecimiento.
Pero además hace un llamamiento a los políticos, no solo parlamentarios europeos, sino nacionales, para que se reduzca la burocracia y mejore la coordinación política para responder con mayor rapidez a un entorno global cada vez más complejo.
Sobre las inversiones es preciso la movilización de la inversión pública y también la privada.
Desde la FES hemos hablado y escrito mucho sobre el hecho de que los empresarios estamos dispuestos a invertir nuestro dinero.
Pero necesitamos seguridad y estabilidad. Y también que lo hagan, las administraciones públicas, que tienen su responsabilidad en inversiones importantes como las infraestructuras.
En Segovia no vamos a recordar otra vez la importancia de mejorar los polígonos industriales, de avanzar en el Puerto Seco, en el Plan Territorial de Fomento….
«Hemos llegado a un punto en el que, si no actuamos, tendremos que comprometer nuestro bienestar, nuestro medio ambiente o nuestra libertad», dijo Draghi en la presentación de su informe.
Se trata de una afirmación muy fuerte y similar a la que se escucha por las calles de nuestra querida Segovia: “Nuestros hijos van a ser más pobres que nuestros padres”.
Siguiendo con las recomendaciones que nos hace Draghi, la UE debería continuar, siguiendo el modelo de los fondos Next Generation, emitiendo instrumentos de deuda comunes, que se utilizarían para financiar proyectos de inversión conjuntos que aumenten la competitividad y la seguridad de la UE, de modo que se fortalezca el tejido industrial y empresarial de la UE.
“Si no se financian y planifican conjuntamente bienes públicos como redes e interconexiones, equipos de Defensa e I+D en Defensa, se corre el riesgo de que queden infradotados”, advierte.
El potencial de China aparece repetidamente en el análisis de Draghi, de modo que si en los últimos años, desde Europa se veía a China como un socio de cooperación, un competidor económico y un rival sistémico, ahora se la contempla como como una amenaza económica.
Son muchas las empresas españolas, y algunas segovianas, que tienen relaciones comerciales con el gigante asiático.
Y mientras aquí hemos estado viendo los beneficios de comprar más barato en el Oriente, nos olvidábamos de que la competencia estatal china también supone una amenaza para las industrias de tecnologías limpias y automoción de esta otra parte del planeta. Por ello no es posible ni conveniente cortar lazos con China, pero sí nos conviene restablecer cierto equilibrio porque la competencia puede ser desleal.
Las exigencias que se nos imponen aquí no las tienen otros países. Por si fuera poco, Europa depende de un puñado de proveedores de materias primas críticas y tecnología digital. Por ello debemos reorientar nuestros esfuerzos a cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China, especialmente en alta tecnología.
«El problema no es que a Europa le falten ideas o ambición (…) sino que la innovación está bloqueada en la siguiente fase: no conseguimos traducir la innovación en comercialización», dijo Draghi.
Algunas de las principales marcas mundiales de Europa se han ido a otros países donde han podido crecer porque aquí se han visto limitadas en su expansión.
Es preciso evitar el riesgo de deslocalización que amenaza a muchos sectores clave. Un ejemplo importante es el de los automóviles, sector en el que Europa tiene dificultades.
Por ello hay quien critica la ambiciosa normativa de la UE, que supone la retirada progresiva de los vehículos convencionales de combustión, pero los fabricantes nacionales también tienen dificultades para competir con los coches eléctricos chinos, fuertemente subvencionados.
Es necesario un planteamiento global que abarque todas las fases de la producción industrial, desde la investigación y la fabricación, hasta el reciclado.
*Artículo de opinión de Andrés Ortega, presidente de FES.