Los clásicos hojaldres de Cantalejo se despiden. Después de más de 130 años, la pastelería de la Iglesia cierra por jubilación. Desgraciadamente, «no hay relevo generacional ni otras posibilidades de continuidad», afirman en su comunicado.
Sus puertas echarán el cerrojo a lo largo del mes de julio. No hay un día determinado porque será según se vayan agotando las existencias de materias primas.
«Queremos agradeceros enormemente a todos por vuestra confianza y vuestro cariño durante todo este tiempo», afirman desde la pastelería. En este largo recorrido, «nos impusimos dos condiciones a cumplir: la primera ha sido ofrecer siempre productos de calidad; y la segunda intentar que cuando vinierais a la pastelería os encontrárais cómodos, es decir, crear un ambiente y un trato en el que todos os sintierais a gusto».
Con los objetivos cumplidos, sienten y transmiten agradecimiento y «dulces años».