Ical/ Uno de los aviones de la compañía Evelop, la aerolínea del Grupo Barceló Viajes, vuela por todo el mundo decorado con el trabajo realizado por dos jóvenes segovianos. Son Sergio Jiménez y Pablo Sánchez, creadores de Graffiti Company, la empresa con la que expresan su habilidad para el dibujo a través de sprays. Una técnica que les ha permitido viajar a países como Emiratos Árabes Unidos y Alemania y decorar ese Airbus 330-300 de Evelop que se ha convertido en uno de los objetivos de los aficionados a fotografiar aviones.
Un trabajo que, sin embargo, no figura entre los que más han disfrutado realizando Sergio y Pablo. “Es muy llamativo, pero nos llevó trabajo hacerlo porque los sprays eran especiales, pintura especial para avión. Los comercializa una empresa francesa que te los hace a medida y cada bote cuesta 60 euros. Aunque los pagaba la compañía, los tienes que utilizar a unas determinadas temperaturas y sin viento, pero no nos reservaron un hangar y lo tuvimos que hacer en exterior. Íbamos a pintar el avión entero, pero está sin acabar”, explica Sergio, que ejerce de portavoz de Graffiti Company en nombre también de Pablo.
El trabajo que realizaron para Evelop les permitió sacar su vena de grafiteros. Porque es lo que se consideran a pesar de que la mayoría de encargos que reciben son murales que realizan, eso sí, con la técnica del spray. Empezaron a coger los botes en 2001, cuando Sergio, por ejemplo, tenía 16 años. Estudiaron un módulo de grado superior de Ilustración y la licenciatura de Publicidad y a partir de 2012 se comenzaron a dedicar de forma más profesional a lo que hoy constituye Graffiti Company, que cuenta con página web (www.graffiticompany.es) y oficina propia a pocos metros del Acueducto.
Tienen entre manos un negocio próspero como demuestra el hecho de que realizan una media de dos trabajos a la semana y de que, a pesar de que surgieron cuando la crisis brillaba en todo su esplendor, no sólo han resistido sino que no han parado de crecer. Una de las obras de la que están más orgullosos es del mural de un jaguar -el animal, no el coche- que realizaron en una de las paredes del centro terapéutico que la Fundación Centea gestiona en el municipio segoviano de Roda de Eresma.
Pero hay muchas más. Las oficinas que pintaron en Dubai o el crucero que decoraron en Alemania también figuran entre las creaciones de las que están más orgullosos. Más recientemente una tienda de souvenirs en la madrileña calle Montera con motivos medievales, el estudio segoviano de tatuajes Pura Vida y las oficinas de Kyocera en Las Rozas, donde han realizado 15 murales por encargo de los responsables de esta multinacional, “que quería darle personalidad a las paredes para cuando les visitaran clientes”, según cuenta Sergio.
Entre otros, han pintado allí personajes de ‘manga’ o ‘La gran ola’ de Kanagawa, lo que en opinión del propio Sergio ha permitido a Kyocera generar una identificación corporativa. Algunos de sus distribuidores también se han animado a incorporar temática japonesa a las paredes de sus sedes “y ya se distinguen por tener una imagen diferente”. Porque Graffiti Company, en palabras de sus responsables, ofrece a las empresas la oportunidad de crear imagen de marca.
Uno de los soportes sobre los que trabajan son las persianas de los establecimientos comerciales. “Dicen que haciendo esto evitas que te pinten en ellas porque otros grafiteros al verlo lo respetan, pero también te da la posibilidad de continuar haciendo publicidad de tu negocio cuando está cerrado. Puedes poner el teléfono, algo que identifique el negocio…, argumenta Sergio, que apunta que para particulares, mientras, ofrecen una decoración “única, exclusiva”.
Pueden decorar la habitación de un niño con los personajes de ‘Cars’, porque así se lo encarguen, pero también están en disposición de hacer un paisaje de playa como el que les obligó hace poco a utilizar más de una veintena de sprays para ocupar un espacio de 25 metros cuadrados, después de haberlo diseñado digitalmente antes de nada como es su costumbre.
Para Sergio, la imagen negativa que tenía el grafiti va desapareciendo poco a poco “y ya nadie te dice que le tendrías que pagar tú por que te deje pintar en una propiedad suya”. “Pero quien más lo sigue valorando es la gente que está relacionada con trabajos artesanos. O los fotógrafos, que se hacen más una idea de lo que cuesta”, tercia.
De momento Graffiti Company, que recibe la mayoría de sus encargos de Madrid, tiene en su estudio más de medio millar de sprays -en el mercado existen centenares de variedades diferentes- listos para ser utilizados. Por ejemplo en la autocaravana de un barcelonés que les ha pedido que se la pinte para el reto de dar la vuelta al mundo que se ha propuesto. Para decorar unas pistas de pádel llegaron a utilizar más de cien botes pero con uno sólo también pueden realizar creaciones. Incluso con un rotulador. Lo suyo está claro que es arte
Foto: uno de los trabajos de la empresa segoviana/Graffiti Company