(María Coco, directora Audacia Comunicación)
En esta vida no conviene hablar de política, no está bien visto tener libertad de opinión. En general, uno puede pensar lo que quiera, y hablar en corrillos, pero lo de hablar de estas cosas, o debatir públicamente, es otro cantar, al menos en determinados círculos. Es lo q hay, señores, créanme, no está socialmente aceptado salirse del redil, incomoda al personal. Reconozco que hace un tiempo no era políticamente correcta, confieso que sigo sin serlo aunque lo exteriorice menos. Al final, debes tomar la decisión de comprometerse o no, de opinar o no, en definitiva de complicarte o no y yo, aunque no me sienta orgullosa de ello, he decidido dejar de complicarme la vida, sigo consejos de los que aprencian, o eso creo, y, aunque sé que es de cobardes, también sé que ahora mi guerra es otra. La pena, que seamos muchos los que opinemos así y el pasotismo se instale en la ciudadanía.
Ahora es tiempo de cambios, de ello estoy segura. Vivimos la segunda fase de una democracia que ha dejado pasar demasiadas cosas por miedo al fracaso. La democracia está madurando, debe hacerse adulta. Creo, desde mi ignorancia e inexperiencia absoluta, que los cambios serán más lentos de lo que quisiéramos y que, quiero confiar, que acabaran con la filosofía de determinados ámbitos de ‘el todo vale’. Y no hablo sólo de política, que también.
En este punto, y aunque quizás les decepcione, les diré que estos días no hemos buscado llenar nuestra página de argumentarios políticos, para nada, ni de caras de candidatos. Lo hemos hecho, claro, algunas cosas había que contarlas, pero es su justa medida. Consideramos inteligentes a nuestros lectores y a la sociedad en general. Somos de los que pensamos que todos buscamos en política algo diario, no quince días antes de unas elecciones. No es hacerte una foto con un anciano en campaña, es velar porque puedan llegar a final de mes cada año; no es visitar o inaugurar una guardería, es dar una educación para todos. No es prometer, es cumplir. Y en esas estamos… y, pretendemos mantenernos.
Hemos vivido una campaña histórica, una campaña que llega a su fin en las próximas horas. Creo que es la campaña del cambio, las elecciones de cambio, soy de las que piensa que hace meses que se abrió una nueva etapa. Da igual que partido gane, el cambio está en el aire, la sociedad ha empezado a sentir. La democracia clamaba un giro y, ahora, también es el momento de que los periodistas seamos responsables y asumamos vocación de servicio. Soy consciente mejor que nadie el sacrificio que supone pagar nominas al final de mes, yo también soy empresaria, pero eso no debe convertirnos en vasayos. Estamos obligados por el papel que nos otorgó la sociedad de defender nuestra profesión de verdad, con dignidad, no al servicio de intereses políticos o ideológicos. Es así, lo contrario es reducir el periodismo a propaganda y, al menos a mí, en la facultad me enseñaron a diferenciarlo bien.
Desde que cumplí 18 he vivido en primera persona varias elecciones municipales, autonómicas, nacionales y europeas. Amo la política. Me he leído programas electorales y he confiado mi voto a distintos partidos, siempre intentando pensar con cabeza. He sido llamada para entrar en listas de varios grupos, incluso de crear alguno, también para trabajar en materia de comunicación para varios… Hasta ahora nunca he dado el paso porque así, no.
El próximo domingo viviremos un día histórico. Yo lo viviré con intensidad, les confieso que con nervios. Cenaré con amigos, comentando los resultados, viviendo la Historia con mayúsculas. Ya lo hacía con mis padres, de niña. Con los compañeros de distintos medios donde ejercí como periodista. Con mis compañeros de Segoviaudaz.es, trabajando entre risas y nervios. Este 20 de diciembre, me guste o no la elección de mi país, escribiremos una nueva página. Salga mi opción o no, mis vecinos habrán elegido y, como demócrata lo respetaré.
Desde este medio (modesto y pequeño), este medio que no tiene publicidad política porque es vetado al no publicar notas de prensa y no acudir a mítines oficiales, desde aquí, nunca pretenderemos (por mucho que algunos se empeñen) en influenciar en su voto, aunque sí en que vote. No le diremos que elija una papeleta u otra, pero sí le animamos a que se acerque a los colegios electorales y diseñe el país de sus sueños. Cada voto es importante.
La democracia está madurando, despertando y, siempre siempre siempre, los mejores sueños ocurren cuando estamos despiertos.
Por ello, voten y sueñen.