La Junta de Castilla y León da por completada la elaboración del Plan Director del Acueducto de Segovia. El director general de Patrimonio, Enrique Sáiz, afirma que el documento «está acabado» desde hace varias semanas y a la espera de acordar la fecha de su presentación con el Ayuntamiento, que lo viene reclamando, sobre todo, desde que terminaron las obras de restauración (casi seis millones de euros) acometidas entre 1992 y 2000.

«Supongo que se presentará en breve», avanza Sáiz en declaraciones a la Agencia Ical; y será entonces cuando se explique su contenido con detalle. El Consistorio segoviano, como propietario, es el responsable de las labores de conservación que sean precisas en cada momento, con independencia de cuál sea la fuente de financiación, y siempre bajo la supervisión de Patrimonio. Sin embargo, aunque ha ejecutado intervenciones de limpieza y otros trabajos puntuales en los últimos años, lo cierto es que el monumento bimilenario, que en 2015 cumplirá tres décadas como Patrimonio Mundial, carece de una hoja de ruta para su mantenimiento con el rango de un plan director.

De redactarlo se han encargado técnicos de la Dirección General de Patrimonio. «El arquitecto segoviano Alberto García Gil ha participado bastante», apunta Sáiz; y también han contado con la colaboración de técnicos de la World Monuments Fund, fundación que ha prestado apoyo a intervenciones en bienes históricos de más de 90 países desde 1965.

Con su puesta en marcha, las actuaciones sobre el acueducto se atendrán a un programa, un calendario, basado en «unos criterios concretos de conservación, unas metodologías y unas pautas«, recuerda el director general de Patrimonio. “La idea es que todos los años haya un mantenimiento y, por tanto, unas pequeñas inversiones” que no se dejan totalmente cerradas; además, variarán en función del tipo de servicios que deban contratarse en cada momento.

 

Un calendario base de actuaciones

Sáiz subraya que el plan director no es un proyecto técnico, sino de gestión, y su principal cometido es determinar «un desarrollo de actuaciones a lo largo del tiempo: se implementa y, en función del dinero que haya, se puede hacer una función u otra”. «Hoy en día los planes directores se temporalizan menos», son más flexibles a la hora de marcar inversiones por fases «porque la disponibilidad económica no siempre es previsible ni futurible, aunque sí se recomiendan acciones por años«, matiza.

En las próximas semanas, por ejemplo, regresarán los andamios al acueducto para desmontar parte del canal de plomo, reparar las filtraciones que sufre y aplicar un tratamiento contra las palomas que incluye la introducción de ovillos de nailon entre las piedras de las zonas afectadas. «Esas obras son importantes, aunque de poca cuantía (unos 30.000 euros), y el fin del plan director, la idea, es implementar dispositivos y una atención continua al acueducto”, prosigue Sáiz.

Para ello, entre las recomendaciones que recoge el documento destaca la instalación de un sistema de monitorización que permita garantizar ese seguimiento con el control permanente de determinados puntos del monumento. En líneas generales, se propone “un sistema de gestión y conservación, pues periódicamente deberá revisarse el estado material de la piedra, las junturas, la canaleta… se van dando una serie de pautas y criterios, y luego unas recomendaciones, es casi como una oficina de gestión”.

 

Evitar un nuevo drama urbanístico

Pero Sáiz valora que el plan director aborda «aspectos más allá de los estrictamente materiales». En sus propias palabras, «no se trata sólo de la propia construcción, sino de cómo se ve el acueducto en la ciudad y la ciudad desde el acueducto».

En concreto, el primer apartado del documento, «el de las definiciones», aparte de explicar y argumentar la trascendencia del acueducto a todos los niveles, establece una serie de criterios para preservar «la silueta urbanística de la ciudad». O lo que es lo mismo, la armonía de la obra de ingeniería civil romana más importante de la península con su entorno.

De esta manera, como advierte Sáiz, se pretende «que no vuelvan a ocurrir cosas que han traído muchos problemas, como hace más de 20 años con la paralización de las famosas obras del hotel de Inprogarsa». El que para muchos es el capítulo más negro de la historia del urbanismo en Segovia lo protagonizaron las obras de un edificio autorizadas junto al acueducto y paralizadas en 1983 por discrepancias sobre el resultado estético que se iba perfilando.

El inmueble contaba con todos los permisos, incluido el de la Dirección General de Bellas Artes, pero conforme ganaba volumen fue generando más rechazo social entre quienes temían que dañara la panorámica y el entorno del monumento; hasta que el Gobierno de entonces, del PSOE, lo detuvo. El esqueleto de hormigón permaneció durante décadas.

La Junta procedió a la expropiación y el derribo de varias plantas del edificio en 1991, y diez años después, el Ayuntamiento autorizó la construcción de lo que hoy es el Hotel Eurostars Plaza Acueducto. No en vano, todas las sentencias judiciales que se dictaron en este tiempo dieron validez a la licencia otorgada en 1982.

En resumen, una polémica urbanística de enormes proporciones: «Estamos hablando de mucho dinero que se podría haber destinado a restauración». De hecho, las expropiaciones, los trabajos de derribo y las posteriores indemnizaciones se llevaron casi seis millones de euros.

Para Sáiz, aquello sucedió por no contar con un marco urbanístico que previniera conflictos de semejante calibre. El plan director debe contribuir a ello, y el Ayuntamiento lo anhela desde hace tiempo.

El mes que viene se cumplirán precisamente diez años desde que el Pleno municipal aprobó una moción para reiterar de manera formal a la Junta la demanda de tal documento. Y hoy, esa reclamación está a escasas fechas de una respuesta positiva, con independencia de hipotéticas fricciones que puedan surgir en torno a la financiación de los trabajos que deban acometerse en cada momento.

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