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La realidad es que el suicidio sigue siendo la primera causa de muerte externa en España: más de 4.100 personas fallecieron en 2023, once cada día, llegando a triplicar las muertes por accidentes de tráfico. Sólo comunicar estas cifras, no ayudan a la prevención. Lo que sensibiliza es saber que detrás de ellas hay historias truncadas, familias que cargan con preguntas imposibles y un tabú que pesa demasiado. Lo que previene de forma individual es saber cómo puedo actuar, acompañar y orientar hacia la ayuda.

Hablar puede abrir hueco a la esperanza
Alguna vez en la vida es probable que hayamos escuchado o vayamos a escuchar algunas de los siguientes testimonios: “no veo salida”, “quiero acabar con este sufrimiento”, “soy una carga para todos”. Cuando se escuchan estas palabras, especialmente de parte de un familiar o de un amigo cercano, el mundo se detiene, nos encogemos y nuestra mente se queda en blanco sin saber que decir.
A veces, por miedo o por desconcierto respondemos invalidando sus emociones: “no digas tonterías”, “pero si tienes una vida maravillosa”. Sin darnos cuenta de que ni el silencio, ni el desvío rápido del tema protegen y ayudan a la persona que queremos y tenemos ahí delante.
Otras veces, sin embargo, la persona no llega a expresar de forma verbal la intención de
acabar con su sufrimiento o con su vida, pero hay algunas señales de alerta que nos pueden dar información acerca de su sufrimiento, como, por ejemplo; comunicar sentimientos de soledad y aislamiento, alejarse de amigos y actividades sociales que siempre ha realizado, expresar sentimientos de desesperanza, fracaso e inutilidad, no
responder a elogios, regalar sus pertenencias más preciadas, etc.

¿Entonces que podemos qué hacer?
Lo más importante a destacar es que la mayoría de las personas en riesgo no quieren morir, quieren dejar de sufrir. Si encuentran alivio y apoyo, suelen elegir la vida. Algunos estudios informan de que más del 90% de las personas que tienen pensamientos suicidas no llegan a intentarlo. Aunque la ideación no siempre se traduzca en un acto, siempre requiere escucha y acompañamiento. Con ello, me refiero a que el pánico no es buen aliado, por lo que, antes de dejarnos llevar por el intentemos parar, respirar y sostener el malestar de la otra persona.

¿Cómo puedo hacerlo?

Por desgracia, no hay ninguna frase ni palabra que pueda quitar el malestar y sufrimiento que lleva la persona consigo misma, pero sí que hay gestos y actitudes que ayudan a sostener el dolor, a poder hablar sobre ello.

– Hazle saber que te importa. Necesitamos sentirnos observados, si vemos que la persona sufre, pregunta cómo está, verbaliza tu preocupación hacia el/ella.

– Escucha con empatía y sin juzgar. Crea un espacio donde pueda hablar sin
interrumpirle, sin prisas y donde no se minimice su sufrimiento.

– Qué preguntar. Aunque asuste preguntar, hacerlo no mete la idea en la cabeza; al contrario, puede dar alivio a la persona que lo padece al nombrarlo: ¿ha pasado por tu cabeza la idea de quitarte la vida? ¿has pensado en cómo lo harías? Quiero ayudarte y hablar de ello contigo. Aunque le quite importancia, o diga que no, seamos cautelosos por que la otra persona nos puede estar pidiendo ayuda. En el caso de que tenga un plan acerca de cómo y cuándo hacerlo, debemos derivar de urgencia a un servicio de emergencias, la persona no se debe quedar sólo/a hasta que llegue la asistencia sanitaria.

– Mostrar cercanía real. Que sienta que, de verdad, puede contar contigo, que no son una carga sino alguien importante para ti a quien tienes afecto. Es importante que perciba que vas a estar disponible.

– Compartir momentos cotidianos. La vida también se sostiene en lo sencillo y agradable: pasear, comer juntos, ir al cine. “Me gustaría mañana que nos veamos y vayamos a…”

– Ponerte en contacto con su red. Involucrar a personas de confianza para ampliar el círculo de apoyo social. Especialmente aquellas que sabemos que son importantes y con las que se siente querido.

– Orientar hacia la ayuda profesional. Animarle y guiarle para acudir a servicios de emergencia, ambulatorios o recomendar la asistencia a un psicólogo.

– Sostener en el tiempo. No basta con estar presente en el primer momento que verbaliza esos pensamientos, la compañía debe mantenerse después de la verbalización.

Algo importante, es que no hace falta hablar todo el tiempo del suicidio, al igual que no hace falta preguntar cómo está de forma constante a alguien que está pasando por una depresión. A veces lo más terapéutico es tener un lugar con el que poder charlar de fútbol, de la serie que estoy viendo, recordar buenos momentos juntos o de cómo estuvo el día.

Factores de riesgo y protección.
El suicidio es un fenómeno multidimensional, no hay un “por qué” único. Influyen numerosas situaciones sociales, económicas, laborales, etc. Es de vital importancia promover factores de protección que amortiguan el riesgo: una red de apoyo sólida (se traduce en una llamada un día cualquiera, un poder conversar cuando algo me preocupa), sentido de pertenencia a un grupo (una familia a la que siento que pertenezco, un grupo de amigos que me hacen sentir como en casa, un grupo en la parroquia..), ambientes educativos y laborales positivos (un profesor o un compañero de trabajo que detecta un cambio), estar alineado con un sentido vital y con los valores (encontrar algo que me ayuda a hacerme sentir bien y me da un propósito), acceso a servicios de salud mental…
Recursos en España

Existen recursos inmediatos y gratuitos:
– 112: en caso de emergencia y riesgo inminente de consumar el acto.
– 024: línea de atención a la conducta suicida, disponible 24 horas.
– Teléfono de la Esperanza (717 003 717).
– ANAR (900 20 20 10): para niños, adolescentes y sus familias.

Lo humano previene. Muchas veces el suicidio no sólo se previene desde las instituciones sociales, sino también desde las personas que conformamos esta sociedad, con un abrazo sincero, una conversación cálida, un plan compartido, un “me importas” … pueden ser el puente entre la desesperanza y un motivo para continuar.
Otros recursos adicionales

A continuación, se proporcionan algunos recursos para familiares, amigos, educadores… Se pueden encontrar más en los portales principales de los colegios oficiales de psicólogos.
Guía de autoayuda para afrontar las ideaciones suicidas:

– https://www.madrid.org/bvirtual/BVCM017534.pdf
Guía sobre la prevención del suicidio para personas con ideación suicida y familiares
https://consaludmental.org/publicaciones/Guiaprevencionsuicidio.pdf
Asociaciones de supervivientes y de acompañamiento al duelo por suicidio https://papageno.es/supervivientes-familiares-fallecidos-suicidio/asociaciones-
de-supervivientes
Pautas de prevención para familias y centros educativos en la conducta suicida en la
juventud https://www.injuve.es/sites/default/files/2018/47/publicaciones/2._conducta_suicid_y_j
uventud._pautas_de_prevencion_pra_familias_y_centros_educativos.pdf


 

Juan Luis es psicólogo sanitario y escribe desde el lugar que más le apasiona y en el que escucha cada día: su consulta. Aborda la salud mental sin prometer soluciones mágicas ni recurrir a etiquetas o eslóganes fáciles. Su propósito es invitar a pensar y reflexionar, creando un espacio compartido en el que encontrar, juntos, un mayor sentido a lo que vivimos hoy.