Hugo Diaz celebra con sus compañeros el tanto de la victoria de la Gimnástica en Bilbao / Gimnástica Segoviana

Contra todo pronóstico y con el agua al cuello. En un ejercicio de esfuerzo titánico contra un equipo enrachado, la Gimnástica Segoviana logró por fin la victoria en 2025 al derrotar a los cachorros del Athletic (1-2) en un partido en el que solo los campos de Lezama pueden sujetar el aguacero que soportaron jugadores, entrenadores y aficionados.

Arropados en un Oliva muy acertado – todo hay que decirlo – la Segoviana aprovechó la inferioridad de los locales por expulsión de su guardameta en el minuto 15 para adelantarse en el marcador por mediación de Farrell y, después de un empate sufrido por  un penalti que solo vio el árbitro, logró imponerse gracias a un tanto de Hugo Diaz.

La resiliente Gimnástica saca la cabeza del pozo y bracea desesperada para encontrar aire con estos tres puntos que le mantienen en situación delicada, pero a tiro de la salvación. Todavía queda y aunque la empresa no parece fácil y las circunstancias no ayudan – Borrego y Molina se van a añadir a la enfermería muy probablemente – al menos se ha roto la funesta racha de malos ratos en La Albuera y fuera de ella.

Un equipo reconocible

Con Oliva bajo palos, la ausencia que no se prevé corta de Rubén en el once la cubrió Céspedes. Molina y Abel formaron en el eje de la zaga con Silva por la derecha. Juan de la Mata y Fer Llorente para la creación; Berlanga y Borrego para la imaginación por alas; Hugo Díaz en el enganche y Farrell en vanguardia.

Poco había pasado en Lezama cuando Gastesi arrolló a Borrego fuera del área y resultó expulsado. El salmantino aguantó 8 minutos en el verde después del costalazo que se llevó. No se achantó el Athletic Club en inferioridad y en lo que restó de primer acto tuvo opciones de marcar, desbaratadas por Oliva.

La Segoviana, que no terminaba de ejercer un control claro pese a la superioridad numérica seguía pensando más en su mala racha que en intentar romperla, y pese a ello logró premio con un balón llovido que cambió de palo Maroto – sustituto de Borrego – y que mandó Farrell a la jaula con el línea dudando si levantar la bandera.

Lo poco que dura la alegría en la casa del pobre

Ni tiempo le dio a la Gimnástica de celebrar y ya estaba Olabarrieta en los once metros con Oliva esperando la ejecución. Nunca fue tan mínima una pena máxima. Con la de penaltis que sufre Berlanga, no podía creer que le hubieran pitado uno en contra por lo que supuestamente hizo, que nadie salvo el árbitro vio.

No dio tiempo para nada más y la Segoviana se fue a vestuarios con el desperdicio momentáneo de una ventaja en campo ajeno. Otra vez. El preparador local movió el banquillo para refrescar a sus huestes, pero la segunda parte fue Gimnástica. Posesiones largas, pacientes y con poca mordiente. Los vizcaínos, a cazar alguna, que a punto estuvieron.

En esas circunstancias y después del Ay, ay, ay del nutrido grupo de gimnásticos después de una gran intervención de Oliva a disparo de Dunabeita, llegó el tanto de Hugo Díaz aprovechando un regalo de la zaga local. Lo necesitaba Díaz, que no estaba encontrando puerta. Índices al cielo y mano al corazón.

Inmediatamente entraron Gómez, Astray y Manu y la Segoviana empezó a amasar el balón, pero concediendo opciones. El campo, pesado, y la paliza de los bilbaínos no parecía notarse y aunque sin mordiente, no dieron el partido por perdido. Así, en la última jugada, pudo llegar el gol del empate. Con Santos – guardameta rojiblanco – sumado al ataque, una falta lateral termina con Ebro ganándole la espalda a Silva y a un metro de gol para  mandar el cuero fuera del terreno de juego. Menos mal.

Deberán terminar todos los partidos para ver dónde queda la Gimnástica después de esta jornada, pero al menos la dinámica ya se ha cambiado. Ahora queda refrendarlo. Anda que si ahora se salvan. Todavía queda.