Juan Bravo se ha enfrentado a una nueva batalla. Una actuación en la mítica estatua segoviana ha servido para eliminar los restos de suciedad y depósitos que poseía el conjunto. En el caso de los metales, el personal encargado de realizar los trabajos ha retirado los óxidos activos, y ha limpiado la superficie tanto de manera mecánica como química. Para finalizar, han aplicado una capa de protección posterior y han sellado las zonas que lo han requerido. El trabajo ha contado con un presupuesto de 6.150 euros, contratados por el Ayuntamiento a la empresa ConservarArte, y ha sido realizado entre diciembre y enero.
La estatua presentaba suciedad generalizada, así como escorrentías provocadas por los agentes atmosféricos. Las alteraciones más preocupantes estaban localizadas en el tobillo derecho de la figura, donde afloraba oxidación rojiza. Además, la zona de la peana también mostraba signos de escorrentías de las oxidaciones metálicas, así como actividad biológica en forma de líquenes.
Obra del escultor segoviano Aniceto Marinas, la estatua de Juan Bravo, que preside la plaza de Medina del Campo, rinde homenaje a uno de los principales líderes que lucharon en el siglo XVI en la Guerra de las Comunidades de Castilla. Es una obra fundida en bronce que se alza sobre un pedestal de piedra, donde figura el escudo de Segovia y una inscripción que recuerda que fue la ciudad la que en 1921 erigió esta estatua en conmemoración del cuarto centenario de la decapitación del comunero en Villalar. Fue el rey Alfonso XIII quien manipuló la polea para encajar el primer sillar del monumento el 24 de abril de 1921, y sería la infanta Isabel “La Chata”, quien lo inauguraría durante la Feria de San Juan de 1922.