Un total de 18 alumnos de Bellas Artes de facultades de España, Francia y Grecia, han participado en el Curso de Pintores Pensionados de Segovia que organiza la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, y que reúne, del 1 al 21 de agosto, a los mejores estudiantes de Bellas Artes de Facultades como la de Granada, Madrid, Barcelona, Segovia, Salamanca, Valencia, París o Atenas, entre otras. Una vez finalizadas los ejercicios que han podido disfrutar durante estos días, los participantes han presentado ya la exposición final, que podrá visitarse hasta el domingo 21 en la sede del curso, el Palacio de Quintanar.
Desde que se creara el curso en 1919 en el Paular, y tras el parón de la Guerra Civil y su recuperación en 1950 en Segovia, el objetivo es el de potenciar el género pictórico del paisaje para lo que diferentes lugares de la ciudad del Acueducto, así como emplazamientos de la provincia como Coca, las Hoces del río Duratón, o el Real Sitio de San Ildefonso han servido de inspiración. Además, la oferta para los artistas becados se completa con un programa que incluye la celebración de talleres, conferencias, visitas guiadas a museos y la participación final en la exposición que organiza la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce.
Los alumnos se fusionan con el paisaje segoviano para más tarde discutirlo y madurarlo posteriormente en las aulas empapándose de las opiniones tanto de sus compañeros, como de los profesionales que por las sedes del curso pasan. Así, Carlos Hita, especialista en el sonido de la Naturaleza ha ofrecido una velada-audición para inculcar una exquisita dosis de inspiración a los alumnos; Juan Manuel Bonet, poeta, crítico de arte y exdirector del IVAM y del Museo Reina Sofía ha ofrecido una conferencia sobre “La pintura del paisaje del siglo XX”, y entre otras actividades dentro de la programación, el próximo viernes 12 de agosto, Julio López, Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, impartirá “Paisaje relieve renancentista y mis relieves”.
El curso, dirigido por Manuel Parralo Dorado, catedrático de pintura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, y coordinado por el académico de San Quirce Juan Manuel Moreno Yuste, finalizará con la entrega de las medallas de oro, plata y bronce, junto a una dotación económica de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, además de otras mención especial, como la de Tierra de Sabor, marca de calidad de alimentos de Castilla y León, Tierra de Sabor, que premiará la mejor obra que los alumnos realizaron en dentro del programa en el Castillo de la localidad segoviana de Coca. Además, una exposición mostrará los mejores trabajos de los alumnos en el Palacio de Quintanar, sede recién restaurada del Curso de Pintores Pensionados.
Ambos galardones, el primero del curso de Pintores Pensionados ha recaído sobre el onubense Pablo Díaz Merchante, que manifestaba en su obra el interés por el cromatismo y vaporosidad de las nubes de Segovia a través de una vista de su estudio en la que trabajó con dos temas principales, el Acueducto y las visiones sobre la ventana. Asímismo, el premio Tierra de Sabor, mención especial otorgado por la marca de calidad castellano leonesa, ha sido otorgado a Juan Jesús Lobato por una obra de la que el artista mostraba el compendio de todo lo que ha ido aprendiendo gasra ahora, una percepción de la ciudad y su cromatismo como comentaba a esta redacción.
Juan Jesús Lobato, mención especial Tierra de Sabor/R.Blanco
El compañerismo del curso, una experiencia «inolvidable»
La mayoría de los participantes del Curso de Pintores Pensionados han resaltado como excepcional de Segovia, el encantador y embaucador caracter de Segovia, así como la experiencia que supone para ellos «compartir con personas de toda España, Grecia y Francia experiencias, influencias y técnicas», algo que señalan, les ayudará a crecer como artistas, pero también y muy importante, como personas.
El alicantino Enrique Alonso Hervás, resalta la importancia de aprender de gente más joven, de sus tendencias y técnicas, rompiendo «mis ideas preconcebidas»; al igual que señalaba Alberto Castelló, de Valencia, cuya relación con sus compañeros es algo de lo más dignos de resaltar.
Por su parte, el onubense Pablo Díaz Merchante, ganador del primer premio Pintores Pensionados 2011, ha querido aprovechar para hacer hincapié en la oportunidad que supone para los estudiantes este curso, «estoy aprendiendo mucho, estoy viendo cosas diferentes, me está abriendo mucho la mente en algunos aspectos», añadía. Por otro lado, Cristina Domínguez Hidalgo, de Móstoles, señalaba que además de una oportunidad, considera un «privilegio la estancia en el Palacio de Quintanar, la compañía de los compañeros, de los profesores y en general, en Segovia», a lo que la murciana Cristina Franco Roda lo veía como una «experiencia única dedicar 20 días exclusivamente a la pintura».
La barcelonesa Gabriela Gallego Hernández, ha querido resaltar el carácter «evocador» de la ciudad de Segovia, como una experiencia para aprender y empaparse de los demás compañeros, coincidiendo con el jienense José Miguel Jiménez Sheroff que señala el «espíritu enriquecedor de la ciudad».
En cuanto a lo que se refiere a la organización del curso, Juan Jesús Lobato, gaditano de nacimiento ha agradecido la labor de los coordinadores y del director del curso, Manuel Parralo, algo para lo que la zaragozana Elisa Muñoz Forcano, «es fundamental para mi formación. Todos los artistas deberían de pasar por una experiencia igual», señala. Para la artista gallega Arantxa Pardo Barbeito, el curso de Pintores Pensionados de Segovia «es la mejor experiencia de mi vida, porque al hecho de pintar, de tener unos grandes profesores o de venir a Segovia que es una ciudad maravillosa, hay que sumar que la gente con la que compartes esto es gente que comparte los mismos sueños y las mismas ambiciones».
Para Virginia Rodríguez Jiménez, de Ávila, estudiante de la Escuela de Arte de Segovia, «lo bonito no es buscar la técnica, sino disfrutar de la estancia en Segovia», lo que también señalaba Lidia Sancho Heras, de Soria, que comparaba al curso como «el mejor campamento que te pueden ofrecer, haciendo lo que te gusta y en un sitio tan bonito como Segovia».
Un paraíso es, para la castellonense Cristina Santos Muniesa, que le está ayudando a encontrar su estilo este curso que según señala el burgalés Sebastián Velasco Navarro «tiene un enclave maravilloso» y que poco a poco al avanzar en las actividades organizadas se va convirtiendo en un «curso estupendo», señala para acabar el malagueño José Antonio Vertedor Romero.
Segovia es luz, detalles y evocación
Y si señalaban del caracter del curso, el compañerismo y la posibilidad de empaparse de los estilos de sus compañeors, pictóricamente hablando los alumnos coinciden en la luz como el elemento más sorprendente con el que se han encontrado a la hora de coger pincel y lienzo en una Segovia «que conserva a la perfección el casco antiguo y su tradición», señala Alonso Hervás.
Los tonos monocromos del marrón de las frías rocas de edificios y monumentos, de las tierras que rodean la ciudad, así como el contraste que la ciudad tiene con la sierra o el cinturón verde, son otros de los aspectos más relevantes que han resaltados los que se han sumergido de lleno en lo que para la murciana Cristina Franco es «un viaje en el tiempo».
Pero además, los rincones de Segovia, pequeños reveladores de secretos de la ciudad, son otros de los más llamativos para algunos de los artistas. Es el caso de la barcelonesa Gabriela Gallego quien apuntaba que «los monumentos típicos de la ciudad impresionan, pero se intentan buscar rincones que no se tengan tanto en cuenta», algo que en conjunto, señalaba el jienense José Miguel Jiménez, «hace que apetezca pintar Segovia todo el rato».
Pero no todo es lo visual, sino que el trato con los segovianos ha sido sin duda alguna, lo mejor para algunas artistas como para la gallega y la abulense, Arantxa Pardo Barbeito y Virginia Rodríguez, quienes han señalado que el trato ha sido exquisito y que sin duda es uno de los mejores valores con los que cuenta Segovia. «La gente es la esencia de Segovia. La gente es el paisaje», señalaba la abulense.
Imágenes por Rosa Blanco
La segoviana del curso, Lucía Cristóbal Marín
Lucía Cristóbal Marín, de Revenga, es la segoviana del curso de Pintores Pensionados que ha disfrutado de la beca durante estos días en una ciudad de la que ella, naturalmente, tiene una visión diferente. «Para una persona que viene de otra ciudad lo pintoresco puede ser todo lo que rodea al casco antiguo, digamos que la Segovia más contemporánea no tiene esa virtud arquitectónica, y es eso lo que a mi me atrae, la Segovia más industrial y menos historicista», señala Cristóbal.
Al igual que sus compañeros, la artista segoviana ha señalado la oportunidad que el curso ofrece de «estar sumergido en la pintura durante un mes y experimentar conocimientos con otros compañeros», a lo que añadía que «es agradable compartir inquietudes a la hora de pintar».
Además de manifestar que la beca es importante a nivel profesional, y que el concurso la hace más atractiva aún, no es para ella lo más importante. «No hay que mirar pintando al concurso, sino como un ejercicio de reflexión para ir mejorando el estilo» que poco a poco la artista continúa avanzando y personalizando, finaliza.
El curso de los grandes paisajistas españoles
La España del siglo XX sucumbía a los encantos del Impresionismo y los paisajes de la meseta castellana, los dorados pajizos de sus tierras y los contrastes de sus cortantes cumbres merecían ser retratados por aquellos que hacían del arte su bandera. Bajo esta máxima se desarrolla desde 1919 el Curso de Pintores Pensionados, el único curso que reúne a alumnos de Bellas Artes de toda la geografía española y por él han pasado grandes figuras de la vanguardia en el siglo XX y de la actualidad como Juan Genovés, Joaquín Michavila, Juan Romero, Enrique Gran, Lucio Muñoz o Manuel Alcorlo.
Su nacimiento en la ex cartuja de El Paular, en Madrid, albergaba en su pensión a alumnos de las cuatro Escuelas Superiores de Bellas Artes entonces existentes -San Fernando, San Jorge, San Carlos y Santa Isabel de Hungría-. Pero en la década de los cuarenta, el régimen franquista, obsesionado con la necesidad de enseñar la cultura e idioma español a los extranjeros del país, decidió instalar una de sus escuelas para en Segovia, a la que sumaría el curso de Pintores Pensionados, quien también contribuiría al mismo fin. Diez años después de su implantación en la ciudad castellana, en 1950, acudían a un total de veintidós artistas: trece españoles, dos norteamericanos, dos hindúes, un inglés, un holandés, un suizo, una francesa y una italiana, consiguiendo el mayor objetivo de los cursos: la renovación del arte español contemporáneo.
Con ellos vinieron tendencias a las que el arte español había vuelto la espalda y que, por tanto, para muchos de nuestros jóvenes eran poco o nada conocidas: abstracción, ingenuismo, expresionismo, expresionismo figurativo…, que rompían con el complejo del parecido, dando prioridad a la simplificación de las formas y a su distorsión, escapando del tópico del color local y empleando colores no en función de lo pintado sino del propósito o del estado de ánimo del pintor, y que a día de hoy, los nuevos Pintores Pensionados de Segovia continúan legando año tras año.