Ayer fui a ver Primos. He esperado durante meses a que se estrene esta película que sigo desde que Daniel Sánchez Arévalo la tenía en la cabeza. Le entrevisté en su casa cuando presentó Gordos en Venecia y ya le daba vueltas a la idea de escribir una comedia “ligera”. El rodaje de Gordos le había dejado exhausto y necesitaba algo más fácil de digerir, y de rodar.
Seguí por Internet los videos de rodaje que Arévalo iba colgando en su videoblog, en los que hablaba de Comillas (lugar donde se ha rodado la peli), de los actores (ya como de la familia) y de todo lo que le iba pasando por la cabeza durante esos intensos días de trabajo. Todo indicaba que Primos no iba a ser como sus dos largometrajes anteriores, pro sabía que mantendrían su esencia. Y es que Arévalo ha demostrado que también sabe hacer comedia.
La historia podría ser la de cualquiera. Un chico que decide volver al pueblo donde pasó tantos veranos, para saber qué fue de su amor de juventud. Lo que distingue a este chico de los demás es que acaba de ser plantado en el altar y sufre una crisis amorosa de caballo. Sus primos deciden acompañarle en esta aventura aunque saben que no servirá de mucho.
Al llegar a Comillas se dan cuenta de que el pueblo ha seguido con su vida sin contar con ellos. Sin hacerse preguntas, se sumergen en las fiestas del pueblo y tratan de resolver algunos asuntos pendientes. José Miguel quiere rescatar al chico valiente que desapareció en Afganistán, donde le mandaron como soldado. Julián busca a alguien que le quiera tal y como es, para poder dejar de fanfarronear. Y Diego intenta lo de siempre: no estar solo.
Los actores también aprueban con nota, pero ayudados por un guión muy bien planteado. Quim Gutiérrez parece un poco encorsetado al principio, algo forzado. Pero su personaje, tan bien definido, hace que te olvides de todo. Raúl Arévalo está, como siempre, impecable. Y el cómico Adrián Lastra juega a favor de su personaje y lo engrandece.
Primos es una comedia rural que funciona porque juega con la niñez de los espectadores, porque apela a los recuerdos de la infancia, a las verbenas del pueblo, al primer amor, a la valentía del adolescente y la cobardía del adulto. Es una historia sencilla, fácil de digerir, pero que deja poso. Dura apenas hora y media, suficiente tiempo para que esta historia se resuelva con éxito. Las secuencias son ágiles y efectivas, sin demasiado artificio. En la primera escena conocemos a los tres protagonistas y descubrimos sus motivaciones. Y en la segunda aparece la chica. Lo demás es puro entretenimiento.
En mi opinión esta película no sólo demuestra el paso a la madurez de los protagonistas, sino el del propio director. Ha hecho la película que quería hacer, con los actores que le interesan y para un público que sabe elegir en la cartelera. El fin de semana elegido para estrenar esta película era el más complicado del año. Con los Oscar a la vuelta de la esquina, el viernes pasado se estrenaba lo nuevo de Danny Boyle, lo último de Disney y The Fighter, otra multipremiada. Y resultó que Primos logró ser la tercera película más vista del fin de semana.
Primos no será la película del año, ni es la propuesta más arriesgada del director, eso está claro. Tampoco será lamás premiada ni la más recordada de su filmografía. Pero para mí es un punto de inflexión en un director que ha sabido dejar atrás la pretensiones, para divertirse haciendo cine y demostrar que también es buen economista.
Mi consejo es que no os fiéis del cartel, ni del trailer y que vayáis a verla.