El vicario general de la Diócesis, Ángel Galindo García, impartió la segunda de las charlas cofrades, organizadas por la Junta de Cofradías, Hermandades y Feligresías de Segovia en la que el presidente de la misma, Víctor García Rubio, ejerció de anfitrión en la sede de las Cofradías.
Galindo García realizó una interesante aproximación partiendo de la premisa de que la religiosidad del pueblo, en su núcleo, es un acervo de valores que responden con una sabiduría cristiana a los grandes interrogantes de la existencia, recogida e el Documento de Puebla (1989, p.321). El documento refleja que la “sapiencia popular católica tiene una capacidad de síntesis vital; así conlleva creadoramente lo divino y lo humano, Cristo y María, espíritu y cuerpo, comunión e institución, persona y comunidad, fe y patria, inteligencia y afecto…. Porque esta realidad cultural abarca a muy amplios sectores sociales, la religión del pueblo tiene la capacidad de congregar multitudes”.
En este sentido, el vicario general abordó en primer lugar una exposición acerca de las imágenes de los Santos, de las Vírgenes y de los Cristos. “Desde el principio, incluso al margen del movimiento iconoclasta, el pueblo cristiano, como comunidad eclesial, introdujo un culto a los santos recordando su vida ejemplar, como hacen los paganos respecto a sus dioses” recordó Galindo García.
Con respecto a las imágenes de la Virgen, en torno al siglo XI se pasa poco a poco, sin abandonarlo, del culto a los santos a la devoción a María de forma generalizada y desarrollada. “Es verdad que antes, desde la época del Nuevo Testamento, también existió un culto a María, pero ahora comienza el pueblo a desarrollar su propio estilo devocional” apuntó el conferenciante, quien destacó después que con respecto a los Cristos, “debe señalarse como significativo el que, a partir de la proliferación de la devoción mariana en los siglo XI-XII, se desarrolla una profunda humanización en la presentación de María junto con el Hijo a través de los Cristos. La Madre y el Hijo van dejando de aparecer como figuras señoriales, distantes y todopoderosas para presentar sus más entrañables rasgos de mujer y de hombre de pueblo respectivamente. Los signos se acercan a la vida encarnada de las gentes”.
En un segundo bloque temático, el vicario general ahondó en los mitos y los ritos religiosos que vehiculan la realización de las fiestas. “No son simples tranquilizantes ideológicos frente a situaciones intolerables, compensaciones ante realidades de miseria, sino sueños de vigilia propios de todo género humano. Por esta razón no pueden pertenecer al poder. Sin embargo, en la medida en que los laicos participan en la acción y organización de la Iglesia, la religiosidad popular está más cerca de la pertenencia a la iglesia, pueblo de Dios, como pueblo creador e imaginativo”, explicó.
Y a esta idea, aparece unida la pertenencia de la religiosidad popular en lugares de socialización como santuarios y peregrinaciones, romerías y procesiones. Para Galindo García, según esto, es el pueblo el que pertenece al santuario o al lugar religioso, de manera que el que viene de fuera no impone sus reglas sino que acepta y se acoge a las de aquel. En su opinión “se puede deducir que uno de los fines y funciones de los santuarios es de ayudar a reencontrar la pertenencia auto-definitoria del pueblo, bien sea marcando las diferencias con los foráneos, los de fuera, bien sea congregando y reuniendo a los miembros dispersos del mismo grupo. Los santos y los patronos de los pueblos, las procesiones y romerías operan como poderosos símbolos locales que definen quien es miembro de la comunidad y quien no lo es”.
Al pensar en las romerías, estas deben de ser estudiadas en relación con los santuarios y las Ermitas coincidiendo con el lenguaje y las formas de las “procesiones” y peregrinaciones. Las procesiones son pequeñas peregrinaciones, reducidas en cuanto a la distancia y a la duración, pero siempre con un carácter social, comunitario, jerarquizado y solemne. Consisten en un movimiento por el que la comunidad se desplaza de un lugar a otro, no muy distante, un traslado lento y progresivo, partiendo de un punto y tornando a él, tal y como señaló el vicario.
Es innegable que las Cofradías y Fundaciones se esgrimen como instituciones promotoras de la religiodad popular. En este sentido, Ángel Galindo señaló que las cofradías han sido creadas por el pueblo en el ámbito religioso popular y dentro de él. Cuando el barrio o el pueblo coincide con una determinada categoría social u oficio en el ámbito de la religiosidad popular surgen las cofradías. Si se trata de un mismo oficio suelen tener su origen en la influencia de los gremios: plateros, curtidores, cocheros, etc y así surgirán las cofradías gremiales correspondiendo cada una a un sector distinto de la ciudad o del pueblo. Estas cofradías pueden ser horizontales u homogéneas, grupales, semi-comunales. En todo caso, la religiosidad popular por medio de estas cofradías siempre ha luchado en contra de las interferencias del poder político
Así, el vicario poco a poco fue desgranando los puntos de la exposición para abordar en los últimos minutos la pertenencia de algunos Instrumentos Sagrados, como las reliquias, los ejercicios piadosos, o las campanas.
“Son numerosos los instrumentos sagrados utilizados en la religiosidad popular: andas, imágenes, campanas, reliquias, cirios, vestiduras, etc. Solamente un estudio sobre estos sería objeto de una ponencia para presentar su significado, origen y evolución” afirmó.
Al final de la exposición, el vicario realizó una reflexión sobre la pertenencia de la religiosidad popular y unas conclusiones sobre cómo la evolución histórica y social componen el puzzle actual.