La situación de sequía en pleno invierno que sufre la Península Ibérica se está agravando y ya afecta a numerosas áreas agrícolas, ganaderas y forestales de Castilla y León. Tanto es así que los expertos advierten ya del alto riesgo de propagación de incendios en el oeste y sur de la Comunidad por este fuerte episodio de ausencia de lluvias, un escenario que, incluso, no se solucionará tan fácil a pesar de que termine lloviendo en próximas semanas. De hecho, la Junta mantiene prorrogada la declaración de peligro medio de incendios forestales en toda la Comunidad hasta el próximo jueves, con lo que continúa la suspensión del uso del fuego para la quema de restos vegetales.
El investigador de la Universidad de Valladolid Abel Calle explica en declaraciones a Ical que este comportamiento es así porque la sequía “no está determinada por rápidas variaciones de la lluvia, sino que tiene en cuenta la persistencia de falta de ella; es decir, el efecto acumulado en el tiempo de los factores que producen la sequía”. Por eso, el índice de sequía “tiene en cuenta efectos estacionales y resulta un indicador robusto para estos fines”.
Calle defiende que aunque la situación es “dinámica”, la ausencia de humedad en las capas internas de la vegetación y en el suelo invitan a pensar en que un fuego que pudiera originarse a día de hoy tendría alto riesgo de propagación en zonas forestales de la provincia de Zamora, gran parte de Salamanca, el sur de León, el norte de Ávila y parte de Valladolid; y contaría con un riesgo medio en el resto de la Comunidad, a excepción de las áreas montañosas de la Cornisa Cantábrica y la Ibérica. “En caso de producirse, lo que podemos observar es que un incendio podría alcanzar grandes proporciones”, señala Calle, en referencia a las imágenes que estos días han trasladado los múltiples satélites de la NASA y la ESA y que sitúan al sur de la Península en un escenario grave de fuegos.
Por ese motivo, Calle pide prudencia a los ciudadanos, dado que más del 90 por ciento de los incendios están originados por la mano del hombre, o bien provocados o producto de una negligencia. “Una vez iniciado”, argumenta, “si las condiciones de vegetación son de bajo estrés hídrico, tendrá un alto riesgo de propagación. Y eso es lo que nos avanzan los satélites.
Estos mapas son el resultado de la elaboración de cálculos actuales. El estado en el que se encuentra la Comunidad atendiendo al análisis de las variables meteorológicas, pero también “sintetizando una gran cantidad de información que puede ser estática: mapas de combustibles y condiciones topográficas que facilitarían los incendios”. Calle destaca que se trata de información “muy robusta” que se puede interpretar como previsión, “porque aunque llueva una barbaridad, la situación no se arregla de un día para otro, aunque es dinámica”. Se trata de un sistema de mapas que, incluso, en verano se actualizan varias veces al día.
Veracidad y calidad científica
El investigador destaca “la veracidad y calidad científica” de estos mapas predictivos que aglutinan una gran cantidad de información, no solamente la ausencia de lluvia, de la que en estos días se habla tanto, sino de la persistencia de variables meteorológicas y las denominadas anomalías. Es decir, son el porcentaje de una variable referido a su valor histórico promediado. “Una anomalía del 80 por ciento significa un 20 por ciento por debajo de lo esperado”, ejemplifica.
En el caso de los incendios, estos mapas deben interpretarse con más información. Y añade que la relacionada con “mapas de vulnerabilidad” se interpretan que, por ejemplo, en Castilla y León, en agosto el riesgo de incendio sería alto en tierras de cultivo y rastrojos porque la vegetación “tiene un estrés hídrico implícito, pero no existe vulnerabilidad, ya que se debe a su estado fenológico natural”.
De ahí que esa “vulnerabilidad” afectaría a zonas forestales, “con especies naturales de interés ecológico y en las cuales los incendios causarían severidad en cuanto a la dificultad de regeneración posterior”.
Sistema EFFIS
Calle enfatiza la importancia de EFFIS (European Forest Fire Information System), un departamento creado por la Comisión Europea que es el centro común de investigación que gestiona asuntos medioambientales. Centraliza datos de incendios en una red de 41 países de Europa, Oriente medio y Norte de África. En esta línea, el estudio de los incendios se realiza en diferentes líneas de trabajo. Algunas de las más desarrolladas son la cartografía de áreas afectadas y también la detección de focos activos obtenidas, ambas, con datos de múltiples satélites de la NASA y la ESA.
Los mapas de EFFIS (riesgo de incendios e índice de sequía) son elaborados conjuntamente por el JRC (Joint Research Center) y el ECMWF (European Centre for Medium-Range Weather Forecasts), el centro europeo encargado de las predicciones meteorológicas a corto y medio plazo. Este centro es el responsable de los modelos numéricos predictivos que usan todos los países para elaborar los pronósticos meteorológicos, sostiene Abel Calle.
“Todos estos datos y productos son tan extensos que están organizados desde el programa Copernicus de la UE”, recuerda, para comentar que esta iniciativa de gestión de emergencias medioambientales europea, que trabaja con varias constelaciones de satélites Sentinel, también tiene servicios para la gestión de datos meteorológicos de tierra y bases de datos de usos de suelo aplicados a este tipo de productos.