En el segundo trimestre del año 2021 el Patronato del Alcázar detectó la posible decadencia en una de las coníferas, concretamente el pinsapo (Abies pinsapo) ubicado en el extremo suroccidental de la elipse central de la plazuela. La afección foliar (necrosis de las acículas) en toda la copa del ejemplar fue el signo más llamativo. Desde que se observaron los primeros síntomas, el Patronato puso en marcha medidas encaminadas tanto a diagnosticar el estado real del árbol como a intentar revertir la afección que padecía.

Para ello, contó con el asesoramiento de expertos en árboles singulares de la Comunidad de Madrid, desplazados ex profeso a Segovia, así como con la empresa SDL Investigación y Divulgación del Medio Ambiente, especialista en la diagnosis del estado de este tipo de árboles.

Con el fin de conocer el estado interno de la conífera y detectar posibles problemas estructurales que pudieran afectar a su estabilidad, en el mes de mayo se llevaron a cabo tomografías sónicas tanto del tronco como de las raíces. Estas pruebas determinaron que el sistema radicular del árbol es escaso, posiblemente debido, entre otras causas, a la pobreza y compactación del suelo en el que se asienta, lo cual ha producido una situación de anoxia que dificulta la pervivencia del ejemplar. No se apreciaron apenas raíces que sustentasen el árbol a más de cuatro metros de distancia del tronco; asimismo, su madera presentaba un estado deficiente.

A pesar del diagnóstico desesperanzador, el Patronato del Alcázar decidió aplicar al ejemplar una serie de tratamientos de carácter fitosanitario. En este sentido, se monitorizaron meticulosamente los aportes de agua de riego, se promovió la aireación de la capa superficial del terreno mediante el ahoyado del terreno circundante y se realizó un aporte de fitohormonas con contenido en auxinas, elementos con capacidad para potenciar la regeneración del sistema radicular, así como de enmiendas orgánicas y minerales que pudieran mejorar la nutrición del árbol.

Lamentablemente, los esfuerzos del Patronato y de sus colaboradores no han sido fructíferos. En una monitorización llevada a cabo a finales de agosto se ha podido constatar la ausencia de cualquier tipo de brote foliar con actividad fotosintética, así como la aparición de una fenda longitudinal (grieta en el eje de una raíz) en la zona de tracción del árbol y una discontinuidad en el límite de la zona de compresión y de tracción de las raíces; la inclinación natural del árbol se ha visto ligeramente incrementada, signos de un más que probable fallo en el sistema de sujeción natural del ejemplar.

Una vez descartada cualquier posibilidad de rescate del árbol, los esfuerzos del Patronato han centrado en garantizar la seguridad de las personas que transitan por la plazuela. Para ello, se acordonó la zona que podría verse afectada ante una hipotética e indeseada caída del árbol. Ante esta situación, el Patronato ha decidido proceder, en fechas próximas, a la tala controlada del árbol seco. Estos trabajos han sido oportunamente comunicados al Ayuntamiento de Segovia, en aras de la seguridad de los transeúntes. La tala implicará la retirada de un nido de cigüeña común alojado en el pinsapo, para lo que se ha obtenido la autorización del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León.

Breve historia del arbolado en la plazuela del Alcázar

La plazuela del Alcázar, otrora ocupada por un conjunto de edificaciones entre las que destacaron la catedral de Santa María, los palacios episcopales, casas de canónigos y un hospital, comenzó a adquirir su fisionomía actual hacia 1570, con las obras de explanación y adecentamiento posteriores a la guerra de las Comunidades, acometidas por iniciativa de Felipe II con motivo de su boda con Ana de Austria. Sin embargo, no fue hasta la segunda década del siglo XIX cuando, tras adquirir Fernando VII los terrenos al obispado, la plaza se vio expedita y libre de edificaciones eclesiásticas; el espacio era empleado por el Real Colegio de Artillería para llevar a cabo ejercicios prácticos.

Las primeras plantaciones de árboles en el recinto datan de mediados del siglo XIX, cuando se crearon dos paseos arbolados paralelos a las murallas norte y sur, tal y como recoge el plano de Francisco Coello de 1848. Tras el incendio que sufrió el Alcázar en 1862, el arquitecto Joaquín Odriozola proyectó un nuevo diseño para la plazuela basado en un jardín central y un paseo elíptico circundante, el cual, con ligeras variaciones, ha pervivido hasta la actualidad.

El jardín originalmente pensado por Odriozola no contemplaba la introducción de grandes árboles, sino de setos y arbustos de porte bajo, para no ocultar la visión del Alcázar y del monumento a Daoíz y Velarde, obra de Aniceto Marinas del año 1908. A partir de mediados del siglo XX el Patronato de Jardines de Segovia comenzó a introducir coníferas en los parterres de la plazuela, en línea con otras plantaciones llevadas a cabo en la misma época por personajes tan reconocidos como Joaquín María de Castellarnau. Han llegado hasta nuestros días tres cedros del Líbano, dos abetos del Cáucaso, un abeto blanco, un abeto Abies masjoanni y un pinsapo.