Tras tres días de mucha tensión y un cuarto día con algún sobresalto que otro, la calma empieza a llegar, poco a poco, a los pueblos de la ladera sur de la Sierra de Paramera, el paraje de la provincia de Ávila que desde el sábado se ha visto arrasado de oeste a este en buena parte de su extensión por un incendio originado por el fuego en un vehículo averiado entre Navalacruz y Cepeda de la Mora. Navarredondilla, San Juan del Molinillo y sus anejos Navandrinal y Villarejo, Navalacruz y Navalmoral tratan de recuperar el pulso diario mientras aún conservan recientes las imágenes de nervios y hasta de pánico al haber visto en distintos momentos cómo las llamas se acercaban más de lo que hubieran deseado a los cascos urbanos.
El alcalde de Navalacruz, Benigno González Casillas, reconoce que anoche todavía no consiguió dormir bien. «La intranquilidad, los nervios que no se sacan tan fácilmente… son muchas cosas», apunta mientras explica que el fuego finalmente se ha quedado a un kilómetro o kilómetro y medio del pueblo. «Todavía pasa algún helicóptero porque se ha reactivado algún foco en la zona quemada y también hay alguna dotación y voluntarios trabajando en los remates que quedan, pero el perímetro no ha avanzado», señala el regidor, al que se le nota algo aliviado aunque también resignado por las consecuencias de esta desgracia medioambiental.
En su caso tras pasar el sábado y el domingo relativamente tranquilos, dado que el fuego avanzó a gran velocidad por la sierra hacia el este dejando a Navalacruz a salvo, el lunes uno de los frentes «dio la vuelta por el viento» desde el pinar de Navarredondilla para poner en jaque al municipio. «Gracias a que el viento se calmó, porque si hubiera avanzado a la misma velocidad que llevaba, habría llegado a la umbría y el pueblo arde», señala. Fueron los peores momentos. Desde el Ayuntamiento se echaron varios pregones para poner en alerta a la población y, aunque no fue necesario evacuar, «la mitad de los vecinos decidieron irse», la mayoría de segundas residencias.
Eso, añade, tiene «otras connotacione» en forma de malas noticias para la restauración, que si estaba empezando a levantar el vuelo «igual ya no se recupera en todo el mes».
Sobre la situación vivida, explica que hace tres o cuatro años ya sufrieron un incendio que «se aproximó algo más al pueblo», siendo precisamente esa zona quemada la que ayudó a frenar ahora el frente.
Además del sector servicios, la otra gran preocupación es «el alimento y el agua para el ganado». «En cuanto llueva no se va a poder beber de arroyos y tampoco del grifo, de hecho ahora estamos haciendo análisis para ver si las pavesas han afectado al agua», apunta.
La misma preocupación se tiene en Navandrinal y Villarejo, anejos de San Juan del Molinillo. Su alcalde, Prudencio Andrino, destaca que «ahora lo más urgente son los ganaderos» porque «la comida y la bebida no tiene que faltarles». En este sentido, apunta que el polideportivo entre Navandrinal y San Juan del Molinillo está habilitado como «centro logístico» para canalizar las donaciones particulares de alpacas y agua para el ganado hacia los pueblos, principalmente a Navarredondilla y San Juan del Molinillo y sus anejos, pero «si hace falta a Navalmoral y Navalacruz también».
Sobre las consecuencias en la sierra señala que, aunque es pronto para hacer cálculos, a grandes rasgos «se ha quemado prácticamente todo el término municipal, salvo un cerro». «No habrá pastos para animales y en cuanto llueva no se podrá beber del grifo», anticipa.
Sobre los momentos de tensión vividos, afirma que «lo más duro ha pasado ya». El lunes el incendio se quedó a pocos metros de la zona norte de Navandrinal y de Villarejo pero «consiguieron sujetarlo». No se llegó a evacuar a la población «pero en Navandrinal se dio el preaviso para que estuvieran preparados». Hoy la situación «está más tranquila» y, de hecho, tras dos noches «sin dormir, muy tensos e intentando hacerlo lo mejor posible», subraya, en la madrugada del miércoles «ya sí descansé».
Por su parte, los vecinos de Navalmoral, con su alcalde a la cabeza, comienzan a poder conciliar el sueño. La situación parece que vuelve a la calma y las llamas desaparecen en el horizonte, pero no sus efectos. Desiderio Villarejo sabe de lo que habla y aunque aún no se puede hacer balance, la realidad es demoledora ya que estima que habrán perdido entre el 60 y el 70 por ciento del término municipal (de unos 45 kilómetros) y en ellos incluye el pinar, toda una desgracia.
«Controlado está el fuego, pero ahora viene el resto»… «tenemos tantos problemas, la ganadería, el monte, el agua… lo iremos solucionando como podamos», «de monte en realidad no ha quedado nada». «Del pueblo para arriba se ha quemado todo y para abajo, bastante», resume con mucho pesar. Han sido tres días malos, de mucho miedo y rodeados por el fuego que han impedido no sólo dormir, ni tan siquiera descansar. El domingo fue el peor día «tremendo, de mucho miedo porque estábamos rodeados e inmersos en que no llegara a la población». Y eso que «helicópteros, profesionales, bomberos… se volcaron con nosotros, el despliegue fue tremendo». Arboleda y pastos sucumbieron pero por lo menos «no estamos hablando de la población y de ninguna desgracia personal que era fundamental».
Todavía no saben con exactitud como habrá afectado al ganado porque los ganaderos no han podido pasar y algo se habrá quemado, tiene claro, pero «tienen que hacer ellos el recuento más tarde porque en muchas partes no se puede aún entrar y hay que esperar a que se enfríe para valorar». Su recuento será importante porque «somos ante todo una zona ganadera, de vacuno sobre todo», aunque «pudimos sacar mucho ganado de la sierra antes de que llegara un fuego que avanzaba imparable por la gran cantidad de maleza, de piorno. Cuando cogió fuerza no hubo manera de sujetarlo».
Ese temor que sintió el alcalde lo padecieron también esos casi 450 vecinos que tienen censados (más que otros años porque por la aparición de la pandemia se han empadronado bastantes personas) y como ellos mucha gente que tiene en Navalmoral segundas viviendas y que bien es verdad que vistas las dimensiones del suceso comenzaron a abandonar la localidad con rumbo a sus casas habituales. «El miedo es libre» y entre esos propietarios de segundas residencias hay además mucho jubilado».
Agradece el alcalde la labor de los profesionales, pero también la solidaridad de muchas personas que están haciendo llegar trailers de paja para el ganado, entre otras cosas.
Más tranquilos, sí, pero preocupados, claramente. Ante todo por las primeras lluvias que cuando lleguen arrastrarán las cenizas del incendio probablemente contaminando el pantano del que se abastecen y que está por encima del pueblo. «Habrá que hacer diques para que no lleguen los contaminantes porque aunque hay buenas depuradoras»… causará estragos. Además las reservas van a la baja, no en vano los medios aéreos cogían de allí el agua con el que sofocar las llamas: «Había momentos en los que hacían cola para cogerlo», algo normal.
No lejos de allí, Navarredondilla. Allí, sus vecinos, que no suman los 200 y sus visitantes, que hacen crecer la cifra de población por encima de los 1.500 «mínimo» en verano, han empezado a respirar un poco más tranquilos.
Su alcalde Juan José López reconoce que han sido días duros, de «mucho estrés y no dormir». El incendio que se inició el sábado en término de Cepeda y en el ya tristemente famoso fuego bautizado como de Navalacruz les ha dejado tocados y eso que no ha sido su término municipal de los más afectados por las llamas.
Este miércoles la situación parecía controlada «estamos más tranquilos, aunque algún conato había, algún foco en el alto de Navalacruz, sobre todo, pero estamos más tranquilos porque además están refrescando constantemente la zona», decía.
Hoy parece que la calma va ganando terreno pero «hemos pasado mucho miedo porque nuestro término es colindante con otros más afectados y en cualquier momento podía pasar a nuestro pueblo». De hecho, desde el principio «estuvimos ayudando a los pueblos vecinos, como por ejemplo a Navandrinal o San Juan del Molinillo e incluso a Navalmoral, pero luego ya tocó lo nuestro y también tuvimos que defenderlo».
Sin duda desde que empezó el incendio lo pero lo vivieron el segundo día, el domingo. Estaba en San Juan del Molinillo y Navandrinal y nadie pensaba que se iba a meter hacia abajo, pero lo hizo y se cruzó a lo nuestro. El domingo y el lunes han sido los peores días. Ya el martes y el miércoles los propios efectivos que trabajaban en la extinción comenzaron a trasladarles mejores noticias y que estaba prácticamente controlado en la zona, además iban a seguir allí vigilando posibles conatos y en labores de refresco.
Para el regidor de Navarredondilla lo peor vendrá con las lluvias y el arrastre de ceniza que estas provoquen y que puede llegar a la Garganta de Toledo, de donde el pueblo se abastece, pues «nuestro acuífero está en la zona de Navandrinal para abajo», cuando esto pase «no vamos a tener agua potable», advertía, al tiempo que informaba de que la Diputación ya les había repartido en dos ocasiones varios palés de agua embotellada para consumo humano (cuatro el domingo y otros cuatro ayer).