La mayor operación contra el narcotráfico desarrollada en Castilla y León se ha saldado con la incautación de 862 kilos de cocaína, que en el mercado negro hubiera alcanzado un valor superior a los 30 millones de euros, y con la detención de un histórico traficante vasco, J.A.P.A y dos ayudantes.
La droga, procedente de Barranquilla (Colombia) y con destino el País Vasco, era camuflada mediante un complejo proceso químico en carbón vegetal, método que según destacaron los responsables policiales es inédito y muy difícil de detectar, dado que ni los perros adiestrados son capaces de descubrir la cocaína oculta.
La explotación de la operación tuvo lugar en Medina del Campo (Valladolid), donde se realizaron las tres detenciones y se decomisó la droga, que previamente había sido transportada desde un puerto de Portugal, donde había llegado procedente de Barranqulla. No obstante, según explicó el jefe superior de la Policía Nacional en Castilla y León, Juan José Campesino, el destino final de la droga era un laboratorio ubicado en el País Vasco, donde una vez separada del carbón vegetal se procedería a su distribución.
Por su parte, el comisario general de la Policía Judicial del CNP, Rafael Pérez Pérez, destacó que ha sido una operación desarrollada tras más de un año de investigación junto a la Polícia Judiciária de Portugal y que ha servido para detener un histórico narcotraficante vasco que operaba a nivel nacional e internacional mediante un complejo entramado de empresas que utilizaba para importar cocaína desde América Latina y distribuirla en España, principalmente en el País Vasco.
En este sentido, el comisario general de la Policía Judicial aseguró que aunque no tenía causas pendientes en España, se trataba de un individuo “muy conocido policialmente” al que se estaba investigando y que llegó a pasar once meses detenido en Bolivia por su relación con el tráfico de drogas.
Entramado empresarial
Las pesquisas comenzaron a principio del año 2020 sobre una sociedad mercantil del sector inmobiliario. A través de ella, se realizaban diversas importaciones sospechosas vía marítima, difiriendo notablemente su objeto social con el contenido de los mismos. Esta circunstancia hizo sospechar tanto a las autoridades españolas como a las portuguesas.
En ese punto de la investigación, los agentes comenzaron a desarrollar un estrecho control sobre esta persona y sobre su hombre de confianza, un ciudadano argelino que utilizaba en sus actividades criminales y en las actividades de sus empresas. De la misma manera, se inició una motorización de la actividad mercantil de dichas empresas, observando que movían, en su conjunto, un relevante volumen de importación, especialmente a través de un puerto portugués, operando en ocasiones con mercancías que poco o nada tenían que ver con su objeto social.
A su vez, estas informaciones fueron controladas por las autoridades portuguesas quienes localizaron e inspeccionaron dos contenedores de carbón vegetal importados por una de las empresas, dando ambos positivos en cocaína.
El modus operandi consistía en camuflar la sustancia estupefaciente como si fuera carbón vegetal a través de un complejo proceso químico en origen, realizado por los cárteles mexicanos y colombianos que abastecían al principal detenido. La droga llegaba sin poder ser prácticamente detectada al tener una forma y color muy similar al carbón vegetal. Además, el olor característico de la cocaína era eliminado, por lo que no podía ser tampoco detectada por los perros especializados en narcóticos.
El sistema utilizado garantizaba el éxito al ocultar los sacos contaminados con la sustancia estupefaciente dentro de una importación de un volumen mucho mayor. Es decir, de los 1.364 sacos que se transportaban, solamente 30 de ellos contenían droga, lo cual hacía su detección aún más difícil.
Medio centenar de agentes
A partir de este momento, se estableció un dispositivo de control simultáneo sobre los dos contenedores con droga, transportados en sendos camiones desde Portugal, y sobre el principal investigado y su hombre de confianza, quienes se hallaban ultimando los preparativos para recibir y procesar la mercancía. En este dispositivo participaron más de 50 agentes españoles y portugueses.
Todos los objetivos y la sustancia estupefaciente confluyeron en el centro logístico que la organización estaba armando, ubicado en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, donde tenían alquilada una nave que no reunía las características necesarias en cuanto a sus dimensiones. Esta circunstancia obligó al grupo a alquilar una nave más amplia en la misma localidad.
Una vez que los contenedores llegaron a la zona de descarga en Medina del Campo, un amplio operativo procedió al asalto y detención de los investigados. Además del reconocido empresario vasco y su lugarteniente, se llevó a cabo la detención de una tercera persona que se dedicaba a realizar el alquiler de esas naves sabiendo que el fin no era lícito.