26 años sin pisar su Torreiglesias
Gerardo, con una vecina de Torreiglesias y pariente lejana, en el bar del pueblo.

Tras 26 años sin pisar su Torreiglesias natal, y a punto de cumplir los 94 años, Gerardo López Gómez, el hijo del tío Lorenzo y de Ascensión, ha visto cumplido su deseo de regresar a su Torreiglesias natal.

Gerardo recuerda viejos tiempos junto a algunos vecinos de Torreiglesias.
Gerardo recuerda viejos tiempos junto a algunos vecinos de Torreiglesias.

Hace 26 años ya que no visitaba su pueblo y 63 desde que emigró a Higuera la Real (Badajoz). Como entonces, le acompañan dos de su tres hijos, María Ángeles y Fátima -entonces Fátima y Gerardo-, a los que en este viaje se han sumado su yerno Isidoro y su nieta Paula.

En enero, Gerardo López perdió a su mujer tras una larga enfermedad y tras casi setenta años de vida juntos, los últimos ocho dedicados a cuidar a su esposa.

Fue entonces cuando Gerardo López se trasladó a Sevilla junto a dos de sus hijas. “Yo me considero ciudadano del mundo”, apunta Gerardo, quien si tiene que decantarse por alguna identidad, dice sentirse mitad extremeño, mitad segoviano.

«Un caballero castellano»

Sin embargo, en su pueblo pacense siempre se han referido a él como “un caballero castellano”, y sus hijos apuntan que su corazón es y ha sido siempre segoviano. En su día contó incluso con una parcela en su pueblo de Badajoz a la que llamó “La Fuencisla”.

Por eso ha querido regresar una vez más a Torreiglesias, donde sabe que no encontrará ningún familiar directo, pues él como su padre fue hijo único, y las tres primas por parte de su madre -que sí tenía un hermano- ya fallecieron.

Como en aquel viaje que realizó en agosto de 1999, entonces acompañado también por su mujer, encamina sus pasos al bar de Torreiglesias.

26 años sin pisar su Torreiglesias
Gerardo, con una vecina de Torreiglesias y pariente lejana, en el bar del pueblo.

En el trayecto desde Segovia capital ya ha dado muestras de su excelente memoria y ha ido anunciando a sus hijos el nombre de cada pueblo por el que iban a atravesar. Unas carreteras que de niño y joven recorrió en innumerables ocasiones subido en una de las tres bicicletas que tuvo -en dos de ellas se rompió el cuadro-.

Con la ayuda de sus hijos rápidamente entabla conversación con varios vecinos, algunos de los cuales son parientes lejanos. No tarda en llegar el alcalde Mario Pastor, a cuya familia panadera recordaba Gerardo perfectamente.

El alcalde abraza a su paisano ilustre Gerardo.
26 años sin pisar su Torreiglesias
Gerardo y toda su familia, junto al alcalde Mario Pastor.

Mario queda maravillado de la excelente memoria de quien durante un año fue maestro en la localidad y le invita a conocer el Ayuntamiento. El colegio, en el que Gerardo estudió hasta los 14 años y al que más tarde regresó como docente, se encontraba situado junto a la Casa Consistorial.

Amigos

“Usted conocería a Antonio López, el panadero”, le comenta el alcalde. Gerardo se levanta como un resorte y, por un instante, parece rejuvenecer. Le ha citado a uno de sus amigos del alma, a quien inmediatamente se acerca a visitar tal y como lo hiciera también hace 26 años, aunque ahora ya está jubilado. Y juntos se acercan hasta casa de Marcos, su tercer amigo.

26 años sin pisar su Torreiglesias
Gerardo, junto a su hija Mariangeles, saluda a su viejo amigo Antonio, el panadero.
Gerardo, junto a Antonio, se reencuentra con su amigo Marcos.
Gerardo, junto a Antonio, se reencuentra con su amigo Marcos.

Tras un nuevo paso por el bar, entre cuyos clientes ya ha corrido la voz de que está de visita en el pueblo el hijo del tío Lorenzo, el que fuera profesor de Torreiglesias coincide con dos de sus antiguos alumnos.

En su casa natal

Para completar la visita que realizó en 1999, a Gerardo le queda solo una última parada en la que fue la casa de sus padres. El tío Lorenzo vendió todas sus tierras y su vivienda para trasladarse a Badajoz con su hijo.

26 años sin pisar su Torreiglesias
Gerardo y su hija Fátima se reencuentran con Consuelo y su hijo Armando, ante la puerta de la que un día fue su casa.

Le compró la casa Aquiles, quien ya falleció, pero en la vivienda donde Gerardo creció siguen viviendo la mujer de Aquiles, Consuelo, y su hijo Armando. Como hicieron entonces, la familia invita a su antiguo propietario a entrar en la morada y comprobar que sigue casi como hace setenta años.

El hijo del tío Lorenzo, el que enseñó a palotear en el pueblo y era familia de los Silverios, abandona Torreiglesias emocionado por tantos recuerdos. Una pena no haber podido reencontrarse con Anselmo, el único de sus quintos que sigue viviendo en la localidad.

Servicio miitar

No es la primera vez que Gerardo deja su pueblo, pues ya se marchó en su día a Plasencia a cumplir el servicio militar durante el cual estudió el bachiller; o más tarde a Madrid a hacer el examen de ingreso para perito agrícola, aunque finalmente se estableció en Segovia capital durante algunos años para cursar los estudios de Magisterio.

Por eso Gerardo ha querido aprovechar este viaje para pasar también unos días en Segovia capital, tal y como hizo también en 1999, y como en aquella ocasión se ha hospedado en el Hotel Real (antiguo Las Sirenas). Es un espacio al que se siente muy apegado, pues durante los años de estudios en Segovia acudió con frecuencia al cine Las Sirenas y a la sala de baile La Parrilla, y también al cercano gimnasio de Don Ramón para prepararse para sus exámenes de Magisterio.

Extra en Orgullo y Pasión

Como otros muchos segovianos, Gerardo trabajó como extra en la película “Orgullo y Pasión”, que protagonizaron Sofia Loren y Gary Grant, a quienes recuerda perfectamente y que, como él ahora, se hospedaron en el Hotel Sirenas.

26 años sin pisar su Torreiglesias
Gerardo, ante una fotografía de Gary Grant y Sofía Loren, protagonistas de “Orgullo y Pasión”.

“Hay muchas cosas que ya no conozco de Segovia. Todo cambia en este tiempo y en una ciudad más”, comenta Gerardo, en su recorrido desde el Acueducto hasta la Plaza Mayor, que tantas veces realizó en los años cincuenta, pues vivía en una pensión en el barrio de El Salvador. En el trayecto recuerda el restaurante Ricardo, ubicado en la Plaza del Azoguejo, y recita el anuncio que oía hace setenta años en la radio del restaurante Bernardino.

María Ángeles, Fátima, Gerardo y la pequeña de la familia, Paula, ante el Acueducto.

Cumple así su tercer deseo al programar este nuevo viaje a Segovia: visitar su pueblo de Torreiglesias, rezar a la patrona de Segovia la Virgen de la Fuencisla -por la mañana se ha acercado al Santuario- y subir y bajar la calle Real.

Paula, Gerardo y Paula, en el Santuario de La Fuencisla.

Una vida dedicada a la enseñanza

Tras ejercer como docente en Zarzuela del Monte y Torreiglesias, otros tres amigos profesores -dos de ellos de Aguilafuente, Mariano y Donato, y el tercero, Elías, de Escobar de Polendos- le proponen abrir un colegio en Extremedadura. Tras escribir a varios Ayuntamientos interesándose por las facilidades que les darían para abrir un centro docente privado, se deciden por la localidad de Higuera la Real.

Así, Gerardo ejercerá desde 1961 como profesor de Matemáticas, Física y Química, y Dibujo Técnico en el Colegio Donoso de Cortés. Allí conocerá a Ángeles, a quien contrataron como profesora de Primaria y con quien tras un noviazgo de nueve meses contraería matrimonio.

Tras aprobar las oposiciones, Gerardo empezó a dar clases en la enseñanza pública: primero en el Valle de Matamoros, luego en Fregenal de la Sierra y, por último, como director y hasta su jubilación en el colegio de Higuera la Real.

Mucho ha cambiado, a su juicio, la educación desde que empezó la labor docente. “Desde que el padre perdió la autoridad, la perdieron los profesores”, señala.

Por la Vía de la Plata

Y tras cuatro días de este viaje a otro tiempo y a otra época, en el que ha tenido la oportunidad de reencontrarse con la gastronomía segoviana: el cordero y el cochinillo asados, el cochifrito, el cocido -ese que en otra época comió a diario durante varios años-, el ponche segoviano y los vinos de la Ribera del Duero, Gerardo López Gómez, el hijo del tío Lorenzo, regresa con sus hijos por la Vía de la Plata hasta su domicilio en Sevilla con la esperanza de volver a Segovia muy pronto, tal vez el próximo verano.

Pero antes de marchar, y con esa sonrisa que nunca le abandona, nos deja una de esas frases que guarda en su impresionante memoria, y su particular versión del refrán “A palabras necias, oídos sordos”: “A sonidos inarticulados y pronunciados con incoherencia, trompa de Eustaquio en posición aletargada”.