A finales de mayo se cumplieron 130 años del crimen más famoso de Segovia. La ciudad despertó conmocionada aquel 31 de mayo de 1892, cuando tres ladrones entraron en el palacete construido por la familia Ayala-Berganza y acabaron con la vida de las dos personas que allí vivían, el rico Alejandro Bahín y su sirvienta, Isabel García.
Los hechos ocurrieron en el Palacio de Ayala Berganza, reformado y reconvertido en un encantador hotel desde hace varios años, si bien los segovianos siguen conociendo el inmueble como ‘la casa del crimen’ y suele ser uno de los lugares visitados por aquellos a los que les gustan los misterios y hechos luctuosos.
De hecho, este es el título de un libro escrito por el periodista segoviano Carlos Álvaro. En ‘La casa del crimen’, Carlos Álvaro relata la historia de lo sucedido hace casi 130 años.
Localizado en el céntrico barrio de San Millán, también conocido como barrio de Las Brujas, en el Palacio fue asesinado Alejandro Bahín, en las escaleras, donde fue encontrado «con la cara ensangrentada y cubierta con un pañuelo, y tenía restos de cal en las uñas debido al forcejeo. El cadáver de Isabel no apareció muy lejos de allí… Se cuenta también que murió «hasta el gato«, que ahorcaron colgándolo de una viga», según recoge Relatos y Leyendas de Segovia.
Los asesinos fueron encontrados años más tarde y ejecutados con el famoso garrote vil para que sirviese de escarmiento y, de ese modo, evitar sucesos similares en palacios y palacetes extramuros.
Alejado ya de ese trágico pasado, y convertido en un gran hotel de la ciudad de Segovia, el lugar, sin embargo, sigue ejerciendo atracción para curiosos y aquellos que buscan emociones y pasados oscuros entre sus paredes.
La ‘casa del crimen’ de Segovia ha sido objeto de no pocos artículos y, también, programas de televisión como Cuarto Milenio que recalca, durante una visita realizada hace una década, que actualmente «es un hotel donde clientes y trabajadores han vivido noches de terror. Pese a haber pasado 120 años de la tragedia la muerte parece seguir presente como si el dolor o las sombras desatadas esa noche reverberaran aun con fuerza».