Que los hijos e hijas puedan sufrir bullying en el centro escolar es seguramente uno de los principales temores de padres y madres.
El abuso de compañeros de colegios e institutos influye en el bienestar emocional y psicológico de pequeños y jóvenes e, incluso en los casos más graves y delicados, puede terminar en un desenlace fatal.
«Las humillaciones les hacen percibirse a sí mismos como inferiores al resto y no valorarse. Se sienten solos, añade, aislados, despreciados. El miedo y la indefensión les llevan a creer que no son capaces de defenderse a sí mismos. Estos sentimientos mantenidos en el tiempo junto a los síntomas clínicos que aparecen derivan en un alto riesgo: el de pensar que la única salida es quitarse la vida», detalla la psicóloga Pilar Conde en un comunicado de prensa.

¿Cuáles son las 10 señales o síntomas de que hijos e hijas puedan ser víctimas de bullying?

  • Vemos que el niño está aislado socialmente, no sale con amigos.
  • Ha abandonado las actividades de ocio y de deporte.
  • Intenta evitar ir al colegio de manera frecuente, y sus calificaciones escolares han bajado.
  • Ha dejado  de hablarnos de cosas de clase o de algunos compañeros.
  • Llora y no saben explicar lo que les sucede.
  • No recibe invitaciones para los cumpleaños, eventos  o dice que no quiere ir.
  • Ha dejado de publicar en sus redes sociales o las ha cerrado.
  • Cuando se pregunta a los amigos, amigas, vemos que algo no encaja, que ha habido cambios en sus relaciones interpersonales.
  • La comunicación con la familia ha disminuido de manera notable.
  • Presenta cambios en las rutinas de sueño y alimentación.
Una vez que se ha detectado el problema, añade, «hay que intervenir inmediatamente, asegurando la seguridad de quien está sufriendo el abuso».
Se tiene aquí que trabajar, según la psicóloga, mediante la toma de conciencia de qué es el abuso y de cuáles son sus consecuencias. El abusador forma parte importante del proceso, porque su conducta se puede reconducir. «El abusador es también un niño con problemas emocionales en la mayoría de los casos, problemas que pueden tener su origen en el entorno familiar. El abusador puede estar repitiendo patrones de abuso que vive en casa», indica. También puede darse el caso de que se sienta, explica Conde, «vulnerable e inseguro y necesite cubrir estos puntos débiles ejerciendo poder y fuerza sobre otros».