“Viatge del Vescomte Ramon de Perellós i Roda al purgatori nomenat de San Patrici”, de Ramón Perellós se ha adapatado por primera vez al castellano en un breve libro de 90 páginas, edición a cargo del periodista y filósofo Luis Besa, y editado por Gran Format (ISBN 97884938793-2-7), “Viaje al Purgatorio”, disponible en papel y ebook (formato epub sin DRM).

Luis Besa, ha declarado que “este pequeño libro es una rareza. A su importancia histórica hay que añadir la potencia de las imágenes fantásticas, que remiten a universos míticos celtas, egipcios y grecolatinos. Es por esa razón que hemos optado por adaptarlo, ciñéndonos al texto y al espíritu de la época pero trascendiendo la prosa cancilleresca del original, muy pesada y que resta fluidez al relato”, explica Besa, traductor y autor del estudio introductorio.

La gran particularidad de esta crónica es que no es ninguna ficción, en el sentido de que Perellós viajó efectivamente al purgatorio de San Patricio, se sometió a los ritos penitenciales de rigor y permaneció 24 horas en “el país de la expiación”. Allí, tras entenderse con demonios y almas en pena, logró entrevistarse con una sobrina, Dolça de Carles, su hermanastro, fray Francesc de Perellós, y culminar el verdadero objetivo del viaje; dar fe de que Juan I, rey de Aragón, fallecido accidentalmente, estaba en el purgatorio y no en el infierno.

Para comprenderlo, el lector contemporáneo debe saber que en el siglo XV el purgatorio era un espacio físico milagrosamente accesible desde la Cueva de San Patricio, situada en una isla del lago Derg (Donegal), en la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Anualmente, se celebraban procesiones penitenciales, una tradición posteriormente recuperada y que aún hoy se sigue realizando (en el lugar se erige desde 1931 uno de los santuarios más importantes de Irlanda). Los peregrinos más osados, además, se adentraban en la cueva, y las más de las veces salían afirmando haber contactado con diablos, almas en pena y redimidos.

El viaje del vizconde ha sido fuente de toda clase de especulaciones. Perellós era un notabilísimo empresario y político, al servicio ora del rey de Aragón, ora del papa de Aviñón, de donde se ha sugerido que el viaje –que recaló en las cortes de los reyes de Francia, Inglaterra y Alemania- encubría en realidad a una misión diplomática secreta de altos vuelos. Tampoco han faltado interpretaciones esotéricas, a tenor de la afición del vizconde por la alquimia y la relación de su casa con la leyenda medieval del hada Melusina. Formalmente, el viaje respondía al interés del vizconde por “dar fe” de que el rey Juan I estaba no en el infierno sino en el camino de la salvación. Y es que a la muerte del rey la opinión pública culpó a la camarilla regia (integrada entre otros por el vizconde y su hermano) de haber denegado los santos auxilios al difunto rey, delito peor que el homicidio, pues suponía la condena al infierno del fallecido.

Sea como fuera, el relato de Perellós es una mezcla de agudas observaciones–muy interesantes para conocer la situación de Irlanda en la época- y un plagio cuasi literal del Tractatus de “Purgatorio de Sanctii Patricii, obra de Henry de Saltrey y popularizada a finales del siglo XII y posteriormente por Calderón de la Barca y Juan Pérez Montalbán. Históricamente, es un texto trascendental para la divulgación del purgatorio y su desarrallo como aspecto clave del catolicismo de la baja edad media y el renacimiento.

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