El Museo Zuloaga de Segovia acoge desde hoy ‘Plastihistoria, la historia de Castilla y León en Plastilina’, que resume en 20 originales escenas los hitos más significativos de la Comunidad, desde los primeros pobladores de la sierra de Atapuerca hasta las Cortes en el siglo XXI. Es la última escala de esta exposición en su gira por las capitales de provincia, que arrancó en Valladolid en octubre de 2012. Permanecerá en la ciudad del Acueducto hasta el próximo 26 de marzo y, después se prevé que itinere por centros castellanos y leoneses de otras comunidades.

«En realidad esto es más que una exposición, es un proyecto educativo para que los escolares conozcan la historia de Castilla y león», destacó el director de la Fundación Villalar, Antonio Calonge, entidad que organiza esta iniciativa junto con la Fundación Educa. La muestra incluye una serie de cuadernos de actividades para que los niños puedan profundizar con sus profesores en el conocimiento de la historia de su tierra.

Calonge, que visitó la exposición junto con el delegado de la Junta, Javier López Escobar, y la concejala de Patrimonio Histórico, Claudia de Santos, reconoció la dificultad de resumir “la rica historia de Castilla y León” en sólo 20 escenas, con dos específicas de cada provincia y dos representativas de toda la Comunidad. «Pero creemos que hemos acertado: comenzamos por Atapuerca, con los primeros pobladores, y concluimos con las Cortes de Castilla y León después de pasar por el Acueducto de Segovia, el Monasterio de Moreruela, el Cid Campeador, la Real Fábrica de Cristales de La Granja… recorremos la historia de Castilla y León hasta llegar a nuestro presente», valoró en declaraciones recogidas por Ical.

La iniciativa partió de la Fundación Educa, que ya impulsó una exposición sobre la Historia de la humanidad y propuso a la de Villalar preparar una similar centrada en Castilla y León. Pero los artistas del colectivo Plastiart volvieron a partir de cero, no utilizaron moldes para crear los más de 600 personajes que se representan entre las 20 escenas: «Cada uno tiene su propia expresividad, y con guiños al humor para hacerlos más atractivos a los visitantes, fundamentalmente a los niños, para que no les resulte una materia árida», explicó Calonge.

El director de la Fundación Villalar destacó que ya hay una larga lista de peticiones de otros municipios de la región que esperan acoger esta exposición, aunque todavía no se ha definido el calendario con las siguientes escalas. No obstante, precisó que también se ha recibido la solicitud de «algún centro castellano y leonés» y, «probablemente», la segunda fase de la gira comience fuera de la Comunidad.

 

Una obra con historia

Pero de momento, Segovia podrá disfrutar durante un mes (de miércoles a domingo de 10 a 14 horas) de esta exposición creada por tres artistas que conforman un colectivo, Plastiart, que prácticamente no se ha servido de más materiales que plastilina Joby, la más común. Sin barniz ni ningún otro tipo de sustancia para endurecer las figuras, salvo la pintura que se ha aplicado para representar objetos de oro y plata; y un bote de espray reciclado como base de una locomotora en la escena de la minería del Bierzo.

Plastiart requirió unos tres meses para dar forma a las veinte escenas que ahora se exponen en cajas de metacrilato. Pero el trabajo arrancó mucho antes, primero, para definir los hitos históricos que se representarían y, después, para documentarlos con el rigor del catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid Pascual Martínez Sopeña.

El periplo arranca en la sierra de Atapuerca hace un millón de años con el homo antecesor y ‘El niño de la Gran Dolina’, y prosigue con el fin de Numancia (133 a. C.), la inauguración del Acueducto de Segovia (98 d. C.), la repoblación de Zamora (893) o la despedida del Cid en Cardeña (s. XI). También se recrean imágenes cotidianas no tan lejanas, como el regreso de los veraneantes al pueblo hacia 1972, con Seat 600 incluido.

De todas las escenas, una de las más complicadas de materializar fue la de la inauguración del Acueducto. La mayoría de los personajes de la exposición miden en torno a 15 centímetros, pero en este caso había que hacerlos más pequeños para respetar la proporción con el imponente monumento romano.

Del rigor, riqueza y humor de esta singular muestra dan fe escenas como la de las ferias de Medina del Campo: recrea el momento en el que Cristóbal Colón presenta sus descubrimientos a los reyes católicos (1497) tras regresar de América. Le acompaña un indio y un guacamayo que se está fumando un puro (fue el navegante quien trajo el tabaco al Viejo Continente), y trae una bandeja con una piña, un plátano, un aguacate, una patata y un tomate.

Cerca de Colón, el político y estadista Alonso de Quintanilla muestra la nueva moneda que se acaba de acuñar en Castilla, el excelente de oro. En otro rincón de la misma escena aparece un alquimista con una sanguijuela, un alacrán, una pata de alce, un cuerno de rinoceronte… La invención de la letra de cambio también tiene su espacio, y también un bar en el que el camarero sirve vino con la debida autorización otorgada por decreto real, como muestra el muérdago colocado en la parte de arriba del puesto.

En resumen, una completa y singular muestra de la historia de Castilla y León a la que después de Segovia le queda mucho recorrido dentro y fuera de la región, ya que además todavía no se ha decidido cuál será su sede permanente, precisamente, porque no faltan candidatos dispuestos a acogerla.

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