“Trabajar, trabajar y trabajar”. Ese es el principal consejo que ofrece Ricardo Díez Pascual a cualquier político que llegue a una Alcaldía. Le avala medio siglo al frente del Ayuntamiento de Castillejo de Mesleón, un pueblo de apenas 150 habitantes del nordeste de Segovia. Y pese a su edad -cumplirá 85 años el 23 de diciembre- y las quejas de su mujer, se muestra dispuesto a volver a encabezar la lista del PP en las próximas elecciones municipales.

El alcalde de España “que más tiempo ha permanecido en el cargo de forma ininterrumpida”, como asegura él mismo, recibe hoy el homenaje de sus vecinos por superar las cinco décadas con el bastón de mando, aunque reconoce que “nada es igual que antes”. “Cuando yo empecé me sacaban en hombros por la plaza porque les traía el agua, ahora les haces todo y no te dan casi ni las gracias”, comenta.

Díez charla con Ical en su despacho, situado en la primera planta de su “obra cumbre”, una Casa Consistorial que recorre con orgullo mientras relata cómo consiguieron transformar las antiguas escuelas municipales, cerradas durante la República, en un Ayuntamiento con las últimas tecnologías tras una inversión de 470.000 euros. Pero a pesar de los avances, él sigue prefiriendo una libreta para apuntar todos los pagos de los recibos y tener todos los papeles desplegados por su mesa. Reconoce que le costó hasta tener un móvil, aunque ahora no deja de sonar: “Mi mujer me decía que me iban a volver loco, pero creo que es imprescindible”.

Pero sus inicios en el mundo de la política no los vivió con tanta ilusión. Con 33 años llegó a ser alcalde “en circunstancias muy raras”, como desvela. “Yo estaba con mi padre de labrador y no tenía tiempo, pero un tío me puso de concejal y acto seguido pidió la excedencia por enfermedad y me dejó haciendo las veces de alcalde”, explica. Como Ricardo Díez seguía sin querer ese cargo, se fue a hablar con el gobernador de Segovia, Juan Murillo de Valdivia, para que colocase en el puesto a un amigo suyo, Domingo Villa Sánchez. “Pero estaría de Dios que viniera así que a los once días murió y ya me quedé yo”, dice el actual primer edil de Castillejo de Mesleón, que fue nombrado definitivamente el 4 de noviembre de 1964.

Cuando llegó la democracia se presentó por la UCD, pasando luego por el CDS y el PDP hasta que en 1995 optó a la Alcaldía con el PP. Presume de que siempre ha ganado por mayoría absoluta porque sus vecinos no han dejado de apoyarle en estas cinco décadas. En la última convocatoria electoral en mayo de 2011, la lista que encabezaba consiguió los cinco concejales en disputa al recabar el 67,47 por ciento de los votos de esta población de 150 habitantes.

A pocos meses de una nueva convocatoria de elecciones municipales, su intención es volver a presentarse si la salud se lo permite, porque le “distrae mucho” ser alcalde y cree que le votarán, “porque hasta ahora lo han hecho siempre”. Además cuenta con el apoyo de su familia (tres hijos y cuatro nietos), aunque reconoce que su mujer “es la que sufre más”. Y eso que es una labor por la que no ha cobrado nada en más de 40 años: “Últimamente como tengo que ir a tantas reuniones me dan una gratificación de 300 euros al mes para gastos de viajes, porque estoy haciendo una ‘revolución’ del catastro”.

Viejos y nuevos proyectos

Ricardo Díez no se ha olvidado de las dificultades de sus inicios al frente del Consistorio, “porque ser alcalde es una carrera y vas aprendiendo poco a poco”. Castillejo de Mesleón vivió un “cambio brusco”, porque cuando él entró en la Alcaldía “las vacas pasaban por los portales y no había servicios ni agua, se puede decir que se vivía como los cerdos”. Así que su primer gran proyecto fue meter el agua en todas las viviendas del pueblo y “a los cuatro meses ya la tenía todo el mundo en su casa”.

“Luego fuimos los pioneros en hacer obras de acción comunitaria, aportábamos una cantidad de trabajo cada vecino y así se pagaba el arreglo de las calles”, continúa Díez, que también puso en marcha la restauración de la iglesia, tras 20 años cerrada al culto, o la del frontón municipal. “No paro, ahora tengo que seguir para aclarar las parcelas de urbano y rústica, y nos va tocar este año o al que viene una revisión catastral de todo el término, porque hay muchas cosas mal”, añade.

A eso se suma su preocupación por el pago de todos los recibos del agua, por las vacas, por los vehículos… Él se encarga de que los vecinos abonen lo que les corresponde y la prueba es que el año pasado no se dejó “ni un recibo sin cobrar”. “La verdad es que hay que trabajar mucho y hacer muchas cosas si quieres tener todo bien”, afirma, y pone como ejemplo el concurso de pintura rápida que puso en marcha hace 25 años, “porque ahora el Ayuntamiento tiene una colección que adorna el edificio”.

Corrupción

El octogenario alcalde segoviano asegura que nunca ha querido saber nada de tratos de favores: “Si ahora mismo me diera la gana ser corrupto perdería todo lo que he hecho en mi vida, toda mi credibilidad”. Y es muy crítico con las actuaciones de la Justicia en los casos de corrupción, ya que considera que “deberían castigarlos bien, porque desacreditan a los demás”. “Yo creo que en política hay de todo, puede haber políticos honrados y alcaldes honrados, y eso no quiere decir que no haya otros que se aprovechen de sus cargos”, agrega.

Respecto a otros temas de actualidad como la reforma de la administración local, Díez es contrario a la agrupación de municipios, “porque un pueblo sin alcalde está perdido”. Por su trabajo como cobrador de Unión Fenosa visitó “muchas localidades que han muerto y no tienen nada”, por eso considera que los cambios “no van a ser buenos para el medio rural”.

También le quita el sueño la pérdida de población, pese a los puestos de trabajo que hay en su localidad. Castillejo ha pasado de 350 vecinos cuando él llegó a la Alcaldía a los 150 actuales: “En un pueblo pequeño se nota la diferencia que va de los solteros a los casados y aquí hemos tenido la mala suerte de que tengo siete chicos solteros de entre 40 y 45 años”.

Una fuga de habitantes a la que intenta hacer frente con la creación de empleo o la construcción de viviendas sociales en el municipio. Esos esfuerzos tienen hoy su recompensa con el homenaje que le brindan sus vecinos, que incluye una ceremonia de reconocimiento a su trabajo en la que recordarán otro acto especial que el pueblo vivió hace 20 años cuando se inauguró la iglesia. “Estoy contentísimo”, confiesa nervioso Ricardo Díez, que asegura que en este medio siglo con el bastón de mando “no ha habido nada malo”, pese a que su labor municipal sí le ha costado “más de cuatro noches sin dormir”.