Los finalistas del premio «Cirilo Rodríguez» incidieron en las dificultades por la que atraviesa el periodismo internacional. Los corresponsales estables, aseguró Carlos Franganillo, son ahora la “excepción” y lo habitual es “la precariedad”. La freelance Mónica García Prieto defendió la necesidad de dar a los ciudadanos el contexto de las noticias, para no ser “meros voceros”. Y el periodista Ilya Tooper, finalista con su compañero Dogan Tilic, pidió un mayor reconocimiento para el periodismo de agencias.

En la imagen, el equipo de corresponsales de EFE en Turquía, la periodista Mónica García Prieto y el corresponsal de TVE en Washington, Carlos Franganillo.

Los finalistas del «Cirilo» participaron en una mesa redonda dentro de las jornadas Periodismo en lo Global, que organiza la Asociación de Periodistas de Segovia. La más crítica con la situación actual fue Mónica García Prieto, finalista por segunda vez de este premio. Aseguró que este debería de ser un buen momento para la profesión periodística pero no se está sabiendo aprovechar por parte de los directivos de los medios. Pidió evitar que lo único que al final tenga cabida en la información sean las redes sociales. Herramientas que están convirtiendo al “periodismo en algo intrascendente”.

Lamentó que la gente busque información gratis sin importar “si es veraz o no, o una mera manipulación”. Por eso, reiteró que hay “una oportunidad de oro”, para poner de manifiesto que la labor del periodista, “es contrastar, no somos voceros”. Reiteró que hay que darle al ciudadano lo que hay detrás de la declaración.

Una tarea que también es vital en la información internacional. Para García Prieto, las ONG’s con el personal que tiene desplegado en los lugares de conflicto, son los que “están supliendo a los periodistas”. Puso como ejemplo que ahora sólo se puede financiar estancias en los países de una o dos semanas, cuando antes estaba tres meses. “La percepción que te llevas no puede ser la misma”.

Por su parte, el corresponsal de EFE en Estambul, Ilya Tooper, en su nombre y en el de su compañero en Ankara, Dogan Tilic, hizo un encendida defensa del periodismo de agencias. “Una labor callada e invisible”, pero necesaria e imprescindible, al estar en la retaguardia informando las veinticuatro horas del día, “para que otros puedan edificar sobre ella  otra información”.

La visión del periodismo internacional más estable, la ofreció el corresponsal de TVE, Carlos Franganillo, que afirmó que “ahora somos nosotros la excepción”, y por eso expresó “toda su admiración” para los compañeros que no trabajan bajo el “paraguas” de la estabilidad y que “le echan mucho valor para moverse por los sitios, para hacerse un hueco” y poder contar lo que está pasando.

La presidencia de Trump

Franganillo también hizo un balance de los primeros cuatro meses de la presidencia de Donald Trump, que han estado marcados por “el caos y la desorganización”. Así como el “acomodo de un personaje que lo tiene todo en contra” porque, según el periodista de TVE, hay poderes muy fuertes que “tratan de combatirlo y de rechazarlo”.

Definió a Trump como “un producto idóneo para estos tiempos”, porque es un personaje que se mueve con unos códigos que no son los de la política. Que supo aprovechar la revolución tecnológica en la comunicación, la simplificación de los mensajes y el cabreo en las sociedades occidentales. “Una inteligencia en campaña” que se contrapone con “ser una persona caótica que cambia constantemente de opinión”. Y así, explicó Franganillo, “es muy difícil que los analistas puedan hacer predicciones”.

En la Casa Blanca se sigue, ahora mismo, una política de comunicación similar a la que había con Oboma. Tras unos primeros momentos, “no de un menor acceso sino de un mayor desconcierto”. Explicó que en las primeras semanas, sí se vieron técnicas, en las  ruedas de prensa, para dar protagonismo a medios más cercanos a Trump y contrarrestar  “los que son más hostiles”. Una situación que los asesores del presidente ya han corregido

Ser periodista en Turquía

El corresponsal de la agencia EFE en Turquía, Ilya Tooper, afirmó que la prensa internacional tiene “cierto margen”, que no hay “una presión directa, si cuentas con el permiso del gobierno” de Erdogan. Sí denunció la terrible situación de la prensa local, donde aseguró hay “un desmoronamiento de la libertad de prensa muy rápido y llamativo”. Circunstancia que lamentó porque Turquía siempre ha gozado de una prensa de muy alta calidad, profesional y “de todo tipo de ideología y de enfoques que ha pasado a panfletos gubernamentales”. Aseguró Ilya Tooper,que las denuncias judiciales, encarcelamientos y cierre de periódicos por decreto están a la orden del día.

Para la mitad de la población turca, afín al presidente, la prensa opositora son “espías pagados desde fuera para destruir el gobierno turco” y la otra mitad, porque este país, aseguró, está dividido al cincuenta por ciento, reconoce que es una limitación, un empobrecimiento y un peligro para poder informarse como ciudadano.