Bodegas Emilio Moro (Pesquera de Duero, Valladolid) se ha subido el tren de la investigación, el desarrollo y la innovación para continuar con su ya largo viaje en comunión con el vino nuevo. Cuenta con el apoyo de las universidades de León y Valladolid con las que pretende conseguir el clon autóctono de sus viñedos, su ‘esencia’ con el objetivo de mejorar la “calidad” y la “rentabilidad” de sus caldos. Por ello, su consejero delegado, José Moro, rechaza la marca ‘Viñedos de España’ porque “mete en el mismo saco” a todos los bodegueros y no ve con no muy buenos ojos la ubicación en la Comunidad de un almacén nuclear. Reconoce que el sector pasa por un “bache” pero confía en que la internacionalización se convierta en el salvavidas al que agarrarse en tiempos difíciles.

 

¿Cómo se presenta el nuevo año para sus bodegas? ¿Resiste el sector el envite del fantasma de la crisis económica?

La incertidumbre a nivel económico y político repercute de manera importante en el caminar de todos los negocios. Sin embargo, las bodegas tienen más suerte porque tienen la posibilidad de crecer en el exterior. La crisis ha hecho que planteemos una internacionalización más agresiva y fuerte. En el caso de Emilio Moro, el 90 por ciento se consumía en el mercado nacional y en seis meses. El batacazo de la economía española nos ha obligado a ajustar precios para ser competitivos, también el valor del dólar nos ha hecho perder poder adquisitivo.

 

¿Cree que la crisis reformará el mapa de denominaciones y bodegas? ¿Podrían desaparecer algunas?

España tiene sitio más que de sobra en el contexto internacional para hacerse un hueco más importante que el que tiene. La revolución vitivinícola que ha habido en nuestro país desde los años ochenta ha creado bodegas de mucha calidad, ha avivado zonas importantes, aunque esta expansión de bodegas y viñedos no ha tenido su correlato en la comercialización. Esa es la asignatura pendiente que tenemos. Tenemos calidad para crecer en el exterior, pero debemos lavar la imagen del vino español. Si ganamos la batalla de la comercialización el sector todavía va a crecer más. Ahora vamos a pasar un bache.

 

¿Qué momento vive el vino en España y en Castilla y León? ¿Qué diferencia a los caldos castellanos y leoneses de los del resto del país?

Nosotros tenemos que vender lo nuestro. No podemos participar en mercados como el nuevo mundo. Recogen 20.000 kilos por hectárea, mientras nosotros cogemos 5.000. Además, por ejemplo nosotros tenemos que hacer la crianza en barrica de roble. Tenemos que vender nuestra cultura, nuestra forma de hacer, una variedad única en el mundo como es la Tempranillo, en definitiva, nuestros vinos que tienen una elegancia y personalidad inconfundibles.

 

La Junta de Castilla y León ha recurrido la orden ministerial que pretendía poner en marcha la marca ‘Viñedos de España’. Ha basado su recurso en factores medioambientales y en la competencia desleal. ¿Cuál es su posición?

Viñedos de España tiene gato encerrado porque pretende dejar contento a todo el sector vitivinícola. No se puede meter todo en el mismo saco. Si todos los vinos de España tuvieran la calidad de Rioja o Ribera de Duero se podría aglutinar a todos bajo la misma etiqueta. Si esta política se hubiera planteado al principio, quizás hubiera tenido sentido. Ahora no lo tiene porque supone ayudar a la no-calidad, al amparo de las DO y marcas que nos hemos ganado un sitio en el mercado internacional.

 

¿Valora la puesta en marcha de Tierra de Sabor y de la marca territorio de Castilla y León por parte de la Junta?

En mi opinión deberían ser más clarificadores. Tener tantos símbolos y eslóganes al final confunde al consumidor. Yo creo que Castilla y León debería tener una marca única.

 

En estos días, está en boca de todos la posible ubicación en la Comunidad de un ATC. ¿Cree que perjudicará la imagen de productos agroalimentarios como el vino?

España tiene que definir su política energética y dar prioridad a unas zonas sobre otras. Evidentemente, no me suena bien, pero yo tampoco sería partidario de no aceptar su ubicación. No me suena bien, porque estas zonas se definen por tener un tipo muy característico de cultura, gastronomía y agricultura y parece que tener un almacén cerca perjudica la imagen entre los consumidores.

 

Las nuevas generaciones, ¿disfrutan de forma diferente del vino? ¿Qué valores propone que se difundan?

Nuestra acción forma parte de nuestra manera de entender este negocio. Si algo está en alza es la responsabilidad empresarial. Trabajamos en un espectro muy amplio para devolver a la sociedad los beneficios que ella genera. Perseguimos a corto y medio plazo desarrollar una agricultura sostenible pero también promovemos el consumo de vino moderado entre la juventud. Es decir, que se acerquen al vino como algo cultural y saludable que además ayuda a la superviviencia del medio rural.

 

¿Qué ventajas ofrece a Emilio Moro su participación en certámenes gastronómicos como Madrid Fusión? ¿El negocio vinculado a los pinchos elaborados es interesante?

¿Qué tenemos en Castilla y León? La agricultura tradicional va de mal en peor y en el ámbito industrial no somos fuertes. Tenemos que apostar por lo que hacemos bien, que entre otras cosas es la gastronomía unida a la cultura y a los vinos. Ensamblar esas tres cosas puede crear riqueza en Castilla y León. Todo lo que rodea al ambiente gastronómico debe ir acompañado por caldos porque si no la mesa está coja. Todas las iniciativas del Ayuntamiento de Valladolid, sobre todo, y la Junta para dar a conocer todos nuestros productos son bienvenidas porque mejoran la imagen de las bodegas.

 

¿Cómo afronta la comercialización de sus vinos? ¿Qué estrategias sigue su bodega?

Por nuestras posibilidades y calidad en tres o cuatro años habremos crecido un 30 ó 40 por ciento en exportación, y de una manera consolidada. Aunque no tuviéramos una gran presencia internacional, los reconocimientos que recibimos año tras año por nuestra calidad son una muy buena carta de presentación en el exterior.

 

En estos tiempos, se insiste en que todos los sectores deben apostar por la I+D+i, ¿su bodega en que proyectos está embarcada?

Buscamos el mejor vino posible y para ello debemos trabajar sobre la cepa y la tierra. Antes, no conocíamos como reaccionaban las plantas y lo que necesitaba la tierra. Con esta investigación queremos conocer el suelo, qué minerales o nutrientes tiene, cómo se comporta la planta y qué absorbe y aprovecha. Eso lo estamos midiendo en colaboración con la Universidad de León para sacar más rentabilidad, más calidad a nuestras uvas e, insisto, ser más respetuosos con el medio ambiente.

 

¿Se encuentran cerca de conseguir el clon autóctono de la bodega?

Estamos redescubriendo nuestros viñedos más emblemáticos para estandarizar ese modelo de comportamiento nutricional que tiene la tierra y las plantas. Después, conseguiremos el clon autóctono. Para nosotros, la Tempranillo es la uva más versátil y la que tiene más elegancia. A partir de ella, queremos lograr definir el mejor fenotipo que ofrezca el comportamiento más óptimo en nuestros suelos, a ese vino lo llamamos tinto fino. Es necesario aislar a las plantas elegidas de los patógenos que puedan tener porque hay un 15 por ciento de vides enfermas, que aunque no se mueren, aportan uvas de menor calidad. Después las llevamos al vivero para conseguir clones para crear microvinificaciones.

 

¿Cuándo esperan conseguir la ‘esencia’ de la bodega?

Tenemos millones de medidas y datos. Para conseguirlos se han empleado las técnicas más sofisticadas a base de secuenciadores, que son las que utilizan el CNI de Miami. Esto no tiene fin, es un estudio a largo plazo, iremos sacando conclusiones a medida que pase el tiempo. Pero cada año nos beneficiamos de la investigación porque tenemos datos que determinan el manejo de la viticultura.

 

También está en desarrollo el control de la gestión de 600 hectáreas de viñedo a través de un sistema GPS. ¿En qué fase se encuentra?

Tratamos de implantar un sistema de gestión para tener todos los datos del ciclo vegetativo. Todos estos estudios y las medidas y labores van a estar grabados en un sistema informático que permita su consulta de forma inmediata. Además, esa información se va a relacionar con la que se almacena en la bodega, consiguiendo informatizar todos los datos de la trazabilidad.

 

En el horizonte más cercano, ¿encontraremos nuevos caldos de Emilio Moro o Cepa 21 en el mercado?

Hemos decidido adecuar la política de la bodega. El segmento del mercado en el que estaba situada la marca Cepa 21 para los tiempos que corren era un poco alto. Vamos a sacar dos vinos, uno más joven que se llamará ‘Hito’ y que aparecerá en marzo para atender las demandas más económicas y otro que se situará en un estadio más superior.

 

¿Cuáles son los principales mercados españoles de sus caldos? ¿A qué países miran sus vinos?

Tenemos a cinco personas presentando nuestra forma de hacer, nuestra cultura y nuestra diferenciación en todos los países del mundo. Yo creo que Emilio Moro debe tener una presencia internacional en los países más importantes, pero también en los más recónditos. Además, desde el punto de vista económico, cuanto más repartida esté la demanda, la dependencia de cada uno de los mercados es menor.

 

Por último, su bodega se caracteriza por ser la única que en España ha puesto en marcha una fundación. ¿Es difícil encontrar apoyos?

Estamos haciendo un esfuerzo de generosidad, muy gustosos, pero tristemente por la situación económica no estamos encontrando compañeros de camino que nos ayuden a financiar más proyectos. Nosotros no vamos a cejar en nuestro empeño, pondremos si es necesario dos granitos de arena para financiar los proyectos que defina la ONU.

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