El teniente coronel Fernando Gil Llorente (Segovia, 1963) comenzó a trabajar en su nuevo puesto como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Segovia el pasado 19 de marzo. En 1982 inició sus estudios en la Academia General Militar de Zaragoza, y en tres décadas de servicio ha pasado por unidades de tráfico, seguridad ciudadana, fiscales y de información de Murcia, Guipúzcoa, Segovia y Hoyo de Manzanares.

En su discurso de toma de posesión se marcó como prioridad ser «más cercano» con los menores y las víctimas de violencia de género. Apuesta por no caer en la rutina y mantener motivado al agente; reniega de estereotipos y comparaciones entre la Guardia Civil de hoy y ayer; y asegura que no percibe más recortes en la Comandancia que los de sueldo. De todo ello habla con la Agencia Ical en su primera entrevista desde el cambio de destino.

 

Es el primer segoviano que accede a la jefatura de la Comandancia de esta provincia en casi 170 años, ¿cómo es posible?

En 1845 llegó el primer capitán a Segovia y no tengo constancia de que haya habido ninguno. Tradicionalmente la institución tenía una cortapisa para ocupar destinos en su localidad que se ha mantenido hasta mediados del siglo pasado, o quizá más, y tal vez sea por eso. También es cierto que no hay muchos guardias segovianos…

 

¿Y esa cortapisa qué sentido tenía?

Pues no lo sé. Igual porque el fundador quería evitar los compromisos familiares o de amistad íntima hacia unas medidas u otras que fueran más o menos arbitrarias, quizá fuera ese el sentido.

 

¿Cómo es la jornada de un jefe de la Comandancia?

Tienes que venir al despacho los siete días de la semana porque todos los días se producen novedades. Si no ha ocurrido nada, la jornada empieza a las 8 de la mañana: se supervisan las novedades; se echa un vistazo rápido a la prensa por si hay alguna noticia destacada en la que la Guardia Civil se vea impactada de alguna manera; luego se celebran reuniones externas e internas para gestionar y coordinar los servicios, o aquellos compromisos que puedan afectar a la Guardia Civil en la provincia. La mañana prácticamente es una gestión continua, y después la tarde suele ser más burocrática y tranquila, no suena tanto el teléfono y es el momento del despacho de la correspondencia y de adjudicar tareas. El sábado se aprovecha para planificar la semana siguiente; y el domingo hay que estar un poco pendiente por la mañana, dos, tres o cuatro horas. Esa es la jornada, y después están los actos institucionales y de representación… No hay día que no haya tarea, no nos aburrimos.

 

¿Y en las operaciones cuál es su labor?

Mi tarea no es operativa de ejecución, sino de coordinación, planificación y control de esas operaciones: que no falten los recursos para llevarse a cabo ni la coordinación, que no nos quedemos cortos o nos pasemos (en efectivos). Todo se hace desde aquí con un pequeño ‘staff’.

 

Lleva en el cargo desde el 19 de marzo, ¿le ha sorprendido algo en estos primeros días?

Siempre sorprende. Cuando hace cuatro años escasos salí de la Comandancia de Segovia (estuvo de segundo jefe durante casi diez años) la dejé bien, y ahora me la encuentro muy bien. Lógicamente ha habido evolución en cuanto a los procedimientos, técnicas, tácticas, infraestructuras, materiales… Hay que ponerse al día en esa evolución e intentar innovar, en el sentido de que si no se innova se cae en el ostracismo y la rutina.

 

El día de su toma de posesión ya habló de “una tormenta de ideas” que poner en marcha desde su puesto al mando de la Comandancia de Segovia, ¿puede ir anticipando alguna?

Son ideas relacionadas con intentar avanzar, dentro de lo que cabe, en aquellos procedimientos que pudieran estar ya obsoletos, que hubieran caído en rutinas que al final conducen a la ineficiencia; en temas de procedimientos operativos, de gestión, incluso de difusión a los medios de comunicación… Es innovar en la medida de que el agente se sienta motivado; estamos hablando de personas, que es el principal valor de la Guardia Civil, y motivándolas se tienen siempre unos resultados extraordinarios con independencia de que los recursos técnicos sean más o menos mediocres. En ese sentido tengo que intentar que no sea la rutina la que mueva a la gente.

 

Entre sus prioridades destaca la apuesta por mostrarse más cercano con los menores y las víctimas de violencia de género, ¿pero cómo se consigue en la práctica?

Es muy difícil. Lo primero que hay que conseguir es la confianza, fundamentalmente en el ámbito de la violencia de género, y creo que estamos muy cerca de conseguirla. Tenemos que hacer que la víctima confíe en nosotros y muchas veces no es fácil, en grandes capitales puede fallar el contacto. La víctima es la que manda, dirige el apoyo, y si no se siente cómoda intentará rehusar la ayuda que se le pueda dar. El entorno, el tono y la postura adecuada para dirigirse a la víctima siempre va a ser fundamental para relacionarnos con ella, esa es la cercanía que tenemos que lograr y para eso tenemos que especializar a la gente. Y el tema de los menores con problemas es muy complejo: conseguir la cercanía con el menor sin tener la complicidad de los padres o mentores, que siempre van a tener la patria potestad, es muy complicado, realmente imposible. Lo que tenemos que hacer es acercarnos al mundo del menor con problemas.

 

¿Hay margen de mejora en la especialización de la Guardia Civil en el ámbito de la violencia de género?

Tengo que estudiarlo, creo que siempre hay margen de mejora en cualquier especialización. Hay que ser constante en su búsqueda, no caer en la rutina, que siempre es el mayor enemigo tanto de la seguridad como de la codicia. Si tú estableces un procedimiento de cercanía a la víctima mediante entrevistas cada equis tiempo y caes en la rutina de un formulario ya hecho, y todos los días preguntando lo mismo, al final carece de interés esa cercanía porque siempre es lo mismo. Entonces hay que romper con eso, hay que establecer procedimientos para que tanto quien hace la entrevista como la víctima (de violencia de género) o el joven con problemas se sienta arropado porque no es algo rutinario. Ese es el objetivo que tenemos que tener.

 

Aun así parece complicado que puedan anticiparse al agresor en la práctica…

Todas las estadísticas muestran que cuando se establece un protocolo es muy difícil que la víctima sufra una agresión, y si estudias las estadísticas sobre víctimas de violencia de género, ves que muchas no habían presentado denuncia. Yo creo que los protocolos son muy eficaces, el tema es que estamos hablando de personas y conductas y no hay dos iguales.

 

Los robos en el medio rural también serán un reto para la Guardia Civil…

Siempre lo han sido, desde su fundación han sido un reto, y de hecho la Guardia Civil se creó para combatir el vandalismo que hubo después de la Guerra de la Independencia, un vandalismo que colapsó un país porque no permitía la circulación de personas ni mercancías por los caminos reales. Con el tiempo se le han atribuido más funciones, pero se generó fundamentalmente para la seguridad en el mundo rural.

 

Pero en los últimos años se percibe una especial preocupación por los robos en el campo, por algo se han creado los equipos Roca…

Los equipos se crean dependiendo de los recursos humanos, materiales, los despliegues… Respondiendo a necesidades, es obvio. Pero no es mayor la necesidad de seguridad ahora que cuando se creó la Guardia Civil. Al que le roban le hace daño, le duele y es lógico que tenga ese sentimiento de inseguridad, pero vengo de un destino internacional (el Centro de Excelencia contra Artefactos Explosivos Improvisados), me he movido por muchos países y estamos en uno muy seguro: dentro de Occidente, le puedo asegurar que estamos en los índices más altos de seguridad, y las estadísticas así lo reflejan.

 

La Guardia Civil es hoy una de las instituciones más valoradas, pero quizá no siempre fuera así, ¿cuándo y cómo se produce el punto de inflexión?

La Guardia Civil siempre ha sido valorada. De hecho, hay infinidad de citas históricas de pensadores e historiadores y todas son loables.

 

¿Queda algún estereotipo del que despojarse?

No, quedan unos valores a los que acogerse. Tenga en cuenta que nuestra Cartilla fundacional (1845) es un código deontológico de valores; cuando se escribió había un sistema jurídico diferente, con una serie de pautas, pero los valores y el sistema de valores que aquí están enraizados siguen absolutamente vigentes. A cualquiera de sus artículos no le sobra una coma.

 

¿Tiene un artículo favorito?

El seis, lo leí en mi discurso: «El guardia civil no debe ser temido sino de los malhechores; ni temible, sino a los enemigos del orden (…)». Para mí es el paradigma de la confianza, es una preciosidad. Eso es lo que nos tenemos que ganar, que cuando un ciudadano vea a un guardia sepa que le va a ayudar, a no ser que sea un criminal o un infractor, y no hay que confundir infractor con criminal.

 

Precisamente ahí es donde queda la sensación de que la Guardia Civil ha mejorado, en otro tiempo era más temida por el ciudadano…

El código está escrito en una época en la que la disciplina se entendía de otra manera, ni mejor ni peor. Ahora no la llegamos a entender porque los tiempos han evolucionado, para bien o para mal, e intentar comparar tiempos antiguos con tiempos modernos… Esto se escribió por algo, y entonces cuando un guardia no lo cumplía, cuando era motivo de desconfianza del ciudadano, cuando uno se porta mal, parece que es toda la Guardia Civil la que se porta mal. Eso desde la fundación se tiene en cuenta y para mí es mi artículo favorito: la confianza llevada al extremo.

 

No hay una sola institución que no se haya visto tocada por la crisis en mayor o menor medida, ¿cómo le está afectando a la Guardia Civil?

Sí noto que mi sueldo es más bajo, lógicamente, pero no he notado la crisis en la Comandancia. Nunca hay recursos para hacer todo lo que se debe, pero en el tiempo que llevo aquí he preguntado y no tenemos ningún tipo de recorte. De personal estamos francamente bien, se sigue trabajando bien, los coches se siguen moviendo, no tenemos recortes de luz, ni de agua… absolutamente de nada. Para lo que sí está sirviendo esto es para ajustar la eficiencia en los recursos, que buena falta hacía también, hay que reconocerlo. Quizá nos hemos puesto las pilas en cuestiones de eficiencia energética. Pero insisto, en estos días no veo recortes.

 

Entre sus predecesores hay de todo en lo que se refiere a la permanencia en el cargo: el anterior estuvo casi cuatro años, el penúltimo ocho, otros apenas dos… ¿y usted?

Pues la verdad es que no lo sé, depende de la nueva ley de personal de la Guardia Civil, que está en tramitación parlamentaria y no sé cómo va a ser su desarrollo.

 

¿Pero una vez que ha vuelto a casa se ve por muchos años?

No lo sé, ¿cuatro años? Quizá ése sea un buen referente pero no lo sé, igual menos o igual más. No es que no lo quiera decir, depende de la ley de personal.

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