La entrada de Clarence Bekker en el Teatro Juan Bravo no dejó a nadie indiferente. El artista asombró al público entero, apareciendo en la puerta de acceso al patio de butacas, mientras su joven banda había empezado a tocar los primeros acordes cuando el público ya estaba sentado, y preparado para verle aparecer en el escenario. Bekker acababa de hacer toda una declaración de intenciones.

Hay obras de teatro que comienzan con sus actores entre el público y hay conciertos que dan inicio con una entrada triunfal del vocalista apareciendo desde atrás. El Teatro Juan Bravo se presta a ello, tiene anchos pasillos en los laterales, unas escaleras que suben al cielo a ambos lados del escenario y siempre es sorprendente que el inicio del cosmos no esté donde se le espera.

Sin embargo, en la mayoría de esas ocasiones, la acción comienza y acaba en ese momento y el resto del espectáculo transcurre y termina según lo previsto. No fue así con Bekker, que tiene apellido de poeta anárquico.

El cantante holandés, de acento americano y difícil y divertido español, pese a llevar décadas en nuestro país, rindió un homenaje al público desde la primera canción hasta la última y lo involucró en todo momento para terminar de confirmar lo que rumoreaban desde la apertura de puertas los trabajadores del teatro, presentes en la prueba de sonido; que Clarence Bekker y su banda eran un auténtico espectáculo.

Cierto es que a los espectadores, inevitablemente castellanos, les costó entrar en el juego hasta que Bekker cantó ‘Purple rain’; pero a partir de Prince el reinado de Bekker fue una democracia en la que el público tuvo en todo momento voz y en muchas ocasiones, especialmente llegando al final, botó.

Los asistentes celebraron fuerte la elección de Bekker de incluir ‘Ain’t no sunshine’ en el repertorio y cantaron a pleno pulmón el ‘Stand by me’ de Ben E. King que tantas satisfacciones le ha dado a Clarence Bekker, convirtiéndolo en uno de los grandes protagonista del movimiento Playing for Change.

Además, y antes de que el canario Charly Moreno se quedase solo en el escenario para ofrecer un solo imposible de bajo, Clarence Bekker, bromista y conquistando al público con su cercanía, habló a los espectadores del Teatro Juan Bravo sobre su ego para terminar invitándolos a gritar “¡You’re simply the best!”, después de cantar a capela cada una de las estrofas del éxito de Tina Turner.

Con una banda procedente de toda la geografía española y formada por un joven y estéticamente muy cercano a los videoclips de los años ochenta Arecio Smith a los teclados y al saxofón, Francisco Guisado ‘Rubio’ a la guitarra, Charly Moreno al bajo, y un enérgico Carlos López a la batería, Clarence Bekker dio todo el sentido del mundo a la palabra que lo había convocado sobre el escenario segoviano.

‘Soul’, alma, fue lo que entregó con una voz inacabable y potente Clarence Bekker durante una hora y media al público segoviano, que también aplaudió su entrega en cuerpo y acabó bailando tanto como él, convirtiendo el ambiente serio y teatral del principio en una auténtica revolución, digna del mismísimo Tracy Chapman.