No hay batallas como las que uno preparaba sobre la alfombra de su habitación con los playmobil. Y recuerdo que las más cruentas sucedían cuando se enfrentaban las dos embarcaciones más poderosas de mi flota: el barco pirata y el barco pescador. Los corsarios con sus cañones (que casi había que manejar con pinzas) y los pescadores, echando imaginación, con pescados radiactivos y redes superesistentes.

 

Pues bien, el destino, niño celoso al que le falta imaginación, ha querido copiar mis batallas y reproduce desde hace meses estas escaramuzas frente a las costas de Somalia entre los piratas de las costas de aquel país y los atuneros de numerosos puertos, como los españoles. Pero en estos combates ya no sirve la imaginación para proteger a los pescadores, por muy radiactivos que sean los peces y muy resistentes que sean las redes. Así que el Gobierno, tirando de pragmatismo, ha decidido autorizar que los pescadores lleven armas de guerra a bordo (Ver link). Los cañones que podrán llevar los atuneros no serán como aquellos que manejábamos con las uñas para disparar y harán mucho más ruido que las pistolas para ahuyentar a los piratas. De todas formas, dada la habilidad que han demostrado en algunas ocasiones los corsarios africanos, sería suficiente con repartir algunas pistolas de pistones. Que se lo digan a los militares de un buque de guerra francés, que se quedaron ojopláticos cuando una zodiac con cuatro despistados piratas les intentó abordar una noche. Puede que estos valientes cortos de vista pensaran que, como en las batallas de playmobil, la imaginación es el arma más poderosa y contaran con algún pescado radiactivo en la recámara…

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