Fotografía: Teresa Sanz.

Hay aromas que nos evocan momentos inolvidables, que nos transportan a la niñez, a la adolescencia o nos recuerdan el primer amor, o el último. Esos olores, esas esencias que forman parte de nuestras vidas son pura química; pellizcos de componentes en un equilibrio mágico que forman un ‘todo’ que puede significar un mundo para muchos y la más absoluta indiferencia para otros. Pero cada aroma, cada fragancia, nace después de un proceso creativo que va más allá de la mezcla de componentes y que tiene que ver con los sentimientos. También es química, pero de otra manera.

Hace ya muchos años, huyendo de un país que ideológicamente no le siguió el paso, un argentino llegó a España y formó una familia en León. Un emprendedor nato, casi enfermizo y un poco alocado, apasionado de la química apostó por los jabones naturales después de varios negocios tan exitosos como frustrantes. La épica del emprendimiento le costó el matrimonio pero no la creatividad y en colaboración con su hija Paula comenzó a diseñar una imagen de marca con la que ofertar sus jabones.

Paula, desde Segovia donde estudiaba publicidad y relaciones públicas, ayudó a su padre con nombres, textos e ideas comerciales y así surgió, por ejemplo el jabón ‘mojito’, entre otros muchos. Pero con Paula completando su formación en Barcelona, su padre falleció en 2008 y dejó a la familia en una situación muy delicada. “Encontré un montón de jabones elaborados pero nada de dinero y me los llevé a Barcelona para intentar venderlos y terminar el máster”, recuerda Paula González. “Creé un blog a finales de noviembre y lancé una promoción gratuita de jabones a los primeros lectores”. Y desde entonces, sin descanso.

De vuelta en Segovia empezó a formular, con esencias que tenía su padre, jabones para bodas, eventos y encargos especiales de manera totalmente artesanal hasta que el espíritu emprendedor del padre ‘envenenó’ a la hija y después de alquilar un local en 2012, se lanzó al mundo empresarial. “Desde marzo de 2012 a septiembre hicimos jabones para 300 bodas”, recuerda. “Empieza todo con la creatividad, una fórmula que me lleva a un momento. Se busca un concepto y se crea el aroma”. Tan simple y tan complejo al mismo tiempo.

En los orígenes y para comercializar su marca, Paula decidió alejarla de su propia identidad al acometer unas primeras ventas de producto fuera de los circuitos comerciales legales. Así nació ‘Olivia, the shop’ nombre actual de su negocio. “Olivia es un nombre que se dice igual en todos los idiomas, tiene reminiscencias con el aceite de oliva y en 2008 fue el nombre más popular en el Reino Unido”, explica Paula. Pero la influencia de su abuela argentina, emigrante gallega, pesó mucho en su decisión al encontrar entre sus pertenencias una tarjeta de un salón de belleza de Buenos Aires que se llamaba ‘Olivia’.

Calidad con poco margen de beneficio

Desde el mismo momento en que empezó a comercializar los jabones, Paula pensó en el éxito del producto más que en el beneficio. “Todo está pensando para que tenga éxito partiendo de lo natural, con un margen de beneficio muy pequeño”, dice. “No quiero hacer ni un céntimo con algún producto que pueda causar mal a alguien”, asegura.

En la actualidad, además de una tienda física en Segovia, ‘Olivia. The shop’ mantiene un centenar de puntos de ventas de España y también en Argentina sin hacer labor comercial, solo con las redes sociales y el boca a boca. Con el paso del tiempo, las velas aromáticas, también exclusivas, adquirieron mucho protagonismo en la tienda a las que se unieron otros productos como las cremas de manos o productos alimenticios que trae de otros países porque “tenemos un carácter muy de regalo y no podemos centrarnos solo en jabones o velas”, sostiene.

La legalidad vigente y los estrictos controles sanitarios hacen que sea ahora un laboratorio especializado el que ‘fabrique’ los productos de ‘Olivia, the shop’ siendo la propia Paula la que supervise “al milímetro” el proceso. “No soy cosmetóloga pero tengo la suficiente experiencia y conocimientos como para que no me tomen el pelo”, asegura.

Los productos naturales como referencia 

Paula es una defensora de los productos naturales, sobre todo en su negocio porque “alguien decidió algún día que los productos naturales no tenían glamour”, afirma. “Darte una ducha tienen que estar relacionado con darte un mimo, con quererte un poco, y no estar asociado un jabón que parece te está diciendo que estás gorda o celulítica o vieja”. Nueve jabones (con el décimo a punto de salir al mercado) y siete velas forman parte del catálogo exclusivo de ‘Olivia, the shop’ al que están a punto de unirse un gel y una crema infantiles.

“He llegado mucho más lejos de lo que podía esperar”, asegura Paula. “Este negocio es tan personal, salió de un momento tan duro y me ha dado tantas alegrías que me costaría hacer algo que no fuera de mi gusto”, explica. “Tardo dos años en sacar un producto nuevo pero estoy convencida de que es bueno, tanto, que el tío de ‘Johnson’ me lo compra seguro”, bromea. Quizá por eso en la actualidad, una de las mayores fuentes de ingresos de Paula son las consultorías que ofrece a empresas para la elaboración de geles y champús.

texto: Ical