El que hasta ahora había sido el encargado de llevar el timón de la vida políica de la capital, se despidió esta mañana con un discurso cargado de emoción y agradecimiento tras casi 11 años al frente del ayuntamiento de la ciudad.

Citando al ‘Buscón’ de Quevedo, y como ya haría en el comienzo de su libro ‘Segovia al despertar’, donde repasaba las dos primeras legislaturas al frente del ayuntamiento, Pedro Arahuetes comenzaba su discurso reafirmándose con un «yo soy de Segovia» que avanzaba el contenido emotivo y contenido de su discurso de despedida.

Haciendo gala de su gusto por las citas literarias, Arahuetes recordaba la frase de la filósoda alemana Hanna Arendt que dice «nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político» para constatar que «he sido muy feliz como Alcalde, haberme podido implicar y formar parte del gobierno de esta ciudad» al tiempo que admitía que «es cierto que este cargo implica responsabilidad y tareas incómodas, pero todo está compensado por la satisfacción de servir a la ciudad y los ciudadanos».

«Hace 11 años, cuando me embarqué en la aventura, vi ciudad una desorientada,desilusionada y sin proyectos. Un grupo de 11 mujeres y hombres decidimos acabar con esa situación y nos presentamos sin experiencia política pero con la fuera de la convicción de quien quiere hacerlo» Con estas líneas Pedro Arahuetes echaba la vista atrás y dedicaba uno de los momentos más emocionantes a los comienzos y a quienes participaron en ellos. «Éramos unos locos románticos que amábamos a la ciudad y sabíamos que hacer con ella». Las lágrimas llegaron con el recuerdo a la primera corporación municipal y en especial, a su amigo ‘Pepe’ LLorente, a quienes agradecía cuatro años «emocionantes y reconfortantes».

Las emoción daba paso al repaso por algunos de los logros más significativos del grupo socialista. Comenzando por las mejoras en calles, aparcamientos, el transporte publico y siguiendo por la Casa de la Monedao el turismo de la capital, pasando por la labor de la concejalía de Medio Ambiente, entre otra multitud de acciones que resumía bromeando y ‘amenazando’ con incluirlas en un segundo libro.

También hubo sitio, aunque pequeño, para las lamentaciones, y es que Arahuetes reconocía irse del cargo «sin comprender las oscuras razones de la política partidista que han impedido que la segunda fase del campus, el CAT, el Teatro Cervantes o el Instituto de San Lorenzo y el centro médico de Nueva Segovia no hayan llegado a ser una realidad», al tiempo que afirmaba que «dejo la alcaldía como vine, ligero de equipaje» pidiendo perdón a quienes «haya podido perjudicar o a aquellos que piensen que lo podía haber hecho de otra manera. Me voy con el honor de haber cumplido con la ciudad» pero la emoción dejaba paso al Aahuetes más firme al asegurar que «los que se han enfadado es por imponer criterios particulares al interés común», haciendo un llamamiento a la clase política para «devolver la dignidad a la misma».

Las lágrimas volvían a aparecer, esta vez con más sentimiento si cabe, al recordar que sus compañeros de equipo han sido «amigos» y valorando la postura de su familia, presente en parte en el salón de plenos, 

«Ángela, Pedro, Alfredo y Rafael han sido imprescindibles, ellos se han llevado la peor parte de este sacrificio que conlleva la política. Mi familia ha sido siempre mi apoyo y ánimo, sin su beneplácito yo no habría estado hablándoles desde aquí» al tiempo que también tenía palabras de agradecimiento hacia sus suegros «Rafael y Ángela, que de alguna manera también han contribuido a la plena dedicación que ha permitido mi profesión». Sus padres, ya fallecidos, ocupaban uno de los momentos más emotivos del discurso al reconocer delante de los presentes que,»te das cuenta del poco caso que les has hecho a pesar de lo mucho que influyen en tu vida, Alfredo y Margina. Honestidad, sacrificio y responsabilidad; cuando repasas su vivencias te das cuenta de ello y de que sólo vivían para sus hijos, lo demás, no importaba».

 Las últimas palabras como alcalde se las dedicaba a Clara Luquero, su sucesora, a la que calificaba de 

ser una mujer de «densidad moral, ética intachable, tenaz luchadora, valiente,reflexiba, con una inmesa capaciad de trabajo, comprometida, amable y dialogante, que comparte conmigo el amor a nuestra tierra». Ante su inminente elección, Arahuetes recordó a los presentes que, «ante la mediocridad de la alternativa, nos merecemos a alguien como Clara».

Y citando a Aristóteles, Pedro dijo adiós. «La memoria se aloja en el corazón, lo que no se siente se olvida. Sólo espero que el trabajo realizado durate todo este tiempo permaneca en la memoria porque yo os tendré a todos vosotros en mi corazón. Ha sido un honor y un privilegio ser vueltro alcalde».

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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